Los hermanos Coen volvieron a poner de moda el western con su remake de Valor de ley, una de las películas más taquilleras de la temporada.
Confieso que soy un gran fan de las películas del oeste, pero aprovechando la ocasión voy a realizar un repaso por algunos de las películas de vaqueros más raras de la historia del cine. Una galería de filmes en la que los pistoleros se enfrentan a dinosaurios o a espíritus del más allá.
Una advertencia, no he incluído El Topo (western raro de narices) porque ya comenté ese filme en el reportaje sobre los filmes más extraños que existen. Y es que no me gusta repetirme.
The terror of Tiny Town (1938)
Señoras y señores, les presentamos el único western lliliputiense de la historia del cine. Una charlotada dirigida por Jed Buedell. Su argumento es el de cualquier película del oeste de serie B, con sus persecuciones, sus tiroteos… con la peculiaridad de que todos los actores son enanitos que, como no, surcan la praadera cabalgando sobre ponis. Vista hoy en día, la cinta puede considerarse politicamente incorrectísima, ya que continuamente se realizan gags que aluden al tamaño de sus protagonistas, como verlos entrando en el salón pasando por debajo de las puertas. El tal Buedell tuvo la idea de realizar una especie de continuación, una versión de El Álamo solo con enanos. Desgraciada o afortunadamente (según se mire) semejante joya del despropósito nunca se hizo realidad.
Los valientes andan solos (1962)
Que vaya por delante que considero que esta película dirigida por David Miller y con guión de Dalton Trumbo es casi una obra maestra. Pero como western no deja de ser, cuando menos, una pieza digna d eun museo d elas rarezas. Kirk Douglas interpreta a un vaquero contemporáneo que tras ser arrestado por un tumulto en una taberna, se fuga de la prisión y se larga a las montañas con su caballo. Al cowboy le persiguen con land rovers, helicópteros y francotiradores con rifles de mira telescópica. Pero no pueden con él. incluso el bueno de Kirk se permite el lujo de derribar un helicóptero con su viejo winchester. De todas formas los tiempos han cambiado, y el vaquero acabará encontrando la muerte al cruzar a caballo una autopista y ser arrollado por un camión que transportaba ¡tazas de water!
El valle de Gwangi (1969)
La cumbre del delirio: vaqueros contra dinosaurios. En serio, como se lo cuento. James franciscus dirige un espectáculo de cowboys que va a actuar en una pequeña ciudad de México. Allí, un vendedor ambulante trata de venderles una fabulosa criatura, un minicaballo del tamaño de un gato. Siguiendo al vendedor, los vaqueros llegan a un valle donde habitan todo tipo de criaturas antediluvianas. Ni cortos ni perezosos, los cowboys capturan a lazo a un tiranosaurio rex para exhibirlo en su espectáculo. Pero claro, el bicho se escapa y causa el caos a su paso. Magníficas las secuencias finales con el tiranosaurio asediando a los protagonistas refugiados en una iglesia, y maravillosos los efectos especiales del mejor creador de monstruos de la historia, Ray Harrihausen. En definitiva, una joya inclasificable de las que ya no se hacen.
La tumba del pistolero (1964)
Una española no podía faltar en esta lista. Pero lo que la hace tan especial es que se trata probablemente del único western de toda la historia del cine en el que no muere nadie ni se pega un solo tiro. De hecho, el conflicto se soluciona apelando a la razón y al diálogo en vez de a la fuerza, como suele ser habitual en el género. La cosa se explica si tenemos en cuenta que el director, Armando de Ossorio (que posteriomrente se haría famoso por sus películas de terror con caballeros templarios) convirtió de la noche a la mañana un guión suyo ttulado As de espadas que se ambientaba en el mundo de los otoros, en una película de vaqueros. Pero en el camino se dejó abandonadas las constantes del género.
El gran silencio (1968)
Cuando uno oye hablar de spaguetti westerns se imagina un árido paisaje de Almería quemado por un sol de justicia y poblado de personajes sucios y sudorosos. Pues bien, este puede ser el único western italiano que cambia radicalmente de paisaje y se ambienta en un paraje permanentemente nevado. Hay que decir que esta película de Sergio Corbucci está considerada la mejor de todos los westerns rodados en italia. Desde luego no es un filme convencional. El héroe, apodado Cuchillo, es sordomudo y está interpretado por Jea-Louis Trintignant, un actor nada habitual en estas lides. El malo es un Klaus Kinski literalmente salido de madre. Y el filme resulta absolutamente desesperanzador porque tiene uno de esos finales que te dejan hecho polvo. Y lo voy a contar, así que no sigan leyendo si no les apetece saberlo: ganan los malos y a los buenos les dan literalmente «por saco».
Joe Cola-Loca (1964)
Aunque resulta difícil de creer, en la Unión Soviética se realizaron al menos dos docenas de westerns. El más famoso es éste, cuyo título ya lo dice todo. En petimetre del Este llega a un pueblo de rudos vaqueros donde todo el mundo bebe whisky. Lamentablemente, el lechuguio es aficionado a un refresco llamado Cola-Loca, y como no lo venden por los alrededores, decide montar una fábrica. No cuesta mucho adivinar que bajo esta trama lo que en realidad se esconde es una crítica, nada sutil por otra parte, al capitalismo americano. La película no es gran cosa, para que engañarnos, pero como rareza tiene su punto. Tovarich.
El hombre de una tierra salvaje (1971)
Otro filme magnífico. Su clasificación como rareza se justifica ya desde su primera escena, con grupo de tramperos que arrastran un barco por las llanuras y las montañas, en busca de un río en el cual ponerlo a navegar. Semejante imagen le deja a uno clavado en la butaca. Pero lo que viene acontinuación no desmerece. Este filme es una de las mejores epopeyas de supervicencia jamás filmada. El protagonista, Richard Harris, es un trampero al que sus compañeros abandonan moribundo tras ser medio despedazado por un oso. Pero el tipo se recupera y sale en busca de su grupo para vengarse. La imagen final, con el barco con sus velas desplegadas abandonado en medio de la pradera, es inolvidable.
La venganza de Ulzana (1973)
Por su trama, este excelente filme de Robert Aldrich no diferiría mucho de otras cintas del género, ya que lo que narra son las peripecias de una patrulla del ejército a la caza de un grupo de apaches que se han fugado de la reserva. Pero lo que lo hace tan especial es su tono seco, aspero, casi tanto como beberse un vado de zumo de cáctus con las espinas incluídas. Y su violencia, tan realista que en algunos momentos roza el terreno del gore. Nacdie olvidará jamás la escena en la que un grupo de apaches le arrancan de cuajo el corazón a un soldado muerto y juegan a pasárselo unos a otros como si fuera una pelota; o la imagen del colono torturado, con sus tripas fuera, y la cabeza de un perro metida en su boca.
Los cuatro del Apocalipsis (1975)
Una película solo apta para dementes. Con decir que la firma Lucio Fulci, que años después se haría mundialmente famoso con películas de horror tan nauseabundas como El más allá y Miedo en la ciudad de los muertos vivientes, ya debería sobrar todo comentario. Pero como me pagan por esto, pues voy a resumirles esta desconcertante cinta. Cuatro perdedores, un tahur, una protituta, un borracho y un negro (interpretados por poker de pesos pesados: Fabio testi, Lynne Frederick, Michael J. Pollard y Raymond St Jacques) caen en manos de un sádico forajido mexicano, encarnado por el mítico Tomas Millian que se dedica a satisfacer con ellos sus bajos instintos. Lo que sigue es un descenso a los infiernos. Ríos, literalmente ríos, de sangre, una matanza de peregrinos que se alarga más allá de lo soportable, un individuo siendo despellejado vivo con una estrella de sheriff, el negro enloquecido delirando en medio de un cementerio con centenares de cruces… La película resulta tan excesiva en su acumulación de atrocidades que llega a resultar mareante. Así que ya saben, no la vean si son muy sensibles.
El desafío del Búfalo Blanco (1977)
El éxito del Tiburón de Steven Spielberg despertó el filón de los filmes con animales asesinos. Hubo de todo: pirañas, barracudas, orcas, osos grizzlys… Y entre la multitud de seudoimitaciones, surgió esta curiosa película. El mítico pistolero Wild Bill Hickock (encarnado por Charles Bronson) a punto de quedarse ciego, tiene que unir sus fuerzas al jefe sioux Caballo Loco (interpretado por Will Sampson, el gigantesco indio de Alguien voló sobre el nido del cuco) para cazar un búfalo blanco asesino que dicen es la encarnación del demonio. El resultado es un filme realmente entretenido, una original mezcla de western, cine de aventuras y terror, con un reparto de campanillas que completan Kim Novak, Jack Wardem y Clint Walker. Que bien nos lo pasábamos con estas pelis en las matinales de los domingos.
Una mujer llamada apache (1977)
Si el western se ha cruzado con todos los género, ¿por qué no hacerlo también con el cine erótico? A mediados de los 70 los americanos lograron cierto impacto comercial con un filme titulado Violación de una apache. Los italianos, que aprovechaban cualquier filón, realizaron su propia versión, superando a la original en erotismo y violencia. La aapche del título es Clara Hopf, que se pasa todo el metraje en pelota picada. Único aliciente de este lastimoso y oportunista filme.
Chikara (1978)
Pues nada, que los responsables de este filme decidieron mezclar el western con el cine de terror a ver que pasaba. Y la verdad es que la cosa no les salió mal del todo, porque este filme es una serie B bastante dinstinguida. Al terminar la guerra de secesión, un grupo de veteranos, encabezados por el bestia de Joe Don Baker, se van a las montañas a buscar oro. En el camino encuentran a una frágil mujer blanca (Sondra Locke, futura musa de Clint eastwood) y la recogen, desoyendo las advertencias del guía indio que afirma que la chica es un espíritu maligno. El guía será el primero en morir por bocazas, y poco a poco los supervivientes se verán atenazados por un misterioso espíritu asesino cuya aparición es siempre predecida por el vuelo de una majestuosa águila.
Atolladero (1997)
Una auténtica marcianada con matrícula española y protagonizada por un trío venusiano: Pere Ponce, Joaquín Hinojosa e Iggy Pop. Ahí es nada. Ambientada en un oeste futurista, Pere Ponce interpreta al ayudante de un sheriff que quiere ingresar en la academia de policía, pero antes tendrá que enfrentarse a un asesino a sueldo indio. Una verdadera rareza, divertida y molona, que confirmó a Oscar Aibar como uno de los directores más inclasificables del actual cine español. Y ahí están sus siguientes películas, Platillos Volantes y El gran Vázquez, para demostrar que la suya no es una trayectoria convencional. Hay que decir que, vista hoy, parece la versión castiza de No es país para viejos, de los Coen. Solo que a mi esta me gusta más. Pero claro, esa es una opinión muy personal.
Suriyaki Django Western (2007)
El spaguetti western nación en Japón. Como lo leen. Lo inventó Akira Kurosawa con un filme de acción titulado Yojimbo, donde aparecían samurais armados con revólveres. Luego, Sergio Leone lo copió, llegando incluso a plagiar escenas plano a plano, para crear Por un Puñado de dólares. Cuatro décadas después, el círculo se cierra con este filme que nos presenta un western protagonizado exclusivamente por actores japoneses. ¿Extravagante? Bueno, eso es normal viniendo de Takashi Miike, el más friki de los directores nipones actuales. Para centrarnos, les diremos que Django fue un western italiano de los 60 en el que Franco Nero arrastraba un ataud en el que llevaba escondida una ametralladora. Miike ha retomado a ese personaje, lo ha convertido en japonés, y ha servido una ensalada de tiros y muertes que no tiene nada que envidiar a Leone o a Peckinpah.