En abril de 2019 murió la última hembra conocida de tortuga de Swinhoe o de caparazón blando (Rafetus swinhoei) . Solo quedaba un macho en todo el planeta, era la tortuga más triste del mundo. Si bien desde 2008 se intentó que el último macho (en el zoológico de Suzhou en China), mantuviera relaciones con la hembra, no se consiguió el objetivo pese a que ambas tortugas se consideraron aptas y saludables. Finalmente se intentó llevar a cabo una inseminación artificial, pero la hembra murió por complicaciones. Parecía todo perdido.
Hasta que un golpe de suerte hizo que se descubriera otra hembra el lago Dong Mo, en Vietnam. La tortuga de Swinhoe pueden pesar hasta 130 kilos, medir casi un metro de largo y vivir más de cien años. Su especie fue empujada al borde de la extinción por la destrucción del hábitat y por los cazadores que buscaban la carne y los huevos de las tortugas y ya desde el año 2000 figura en la Lista Roja de Especies Amenazadas de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza como en peligro crítico.
Un equipo de conservacionistas, liderados por Hoang Bich Thuy (director nacional de la Sociedad de Conservación de la Vida Silvestre de Vietnam), halló la hembra (de 90 kilos), la examinaron, tomaron muestras de sangre, le colocaron un localizador y a las pocas horas la volvieron a dejar en el lago. Los resultados mostraron que se encontraba en muy buena forma.
“En un año lleno de malas noticias y tristeza en todo el mundo, el descubrimiento de esta hembra puede ofrecer algunas esperanzas de que esta especie tenga otra oportunidad de sobrevivir”, explicó Hoang Bich Thuy.