Un nuevo estudio descubre cómo se podrían evitar los terremotos causados por el almacenamiento de dióxido de carbono en antiguos pozos de petróleo
El dióxido de carbono expulsado a la atmósfera es el principal gas de efecto invernadero. Disminuir la cantidad de moléculas de CO2 generadas por el ser humano mediante el uso de nuevas tecnologías, como los coches eléctricos, es una de las técnicas que se están utilizando para paliar los efectos del cambio climático. Pero existe otra solución: retirar el CO2 ya presente en la atmósfera.
Captar el carbono de la atmósfera es solo el primer paso. Aunque ya se están explorando formas de reciclarlo, lo más común es que se almacene bajo tierra para que no se escape a la atmósfera y agrave el efecto invernadero.
Una de las pocas localizaciones con un volumen suficiente como para guardar grandes cantidades de CO2 son los huecos que quedan bajo tierra cuando se extrae el petróleo. En Texas, uno de los lugares con más explotaciones petrolíferas del planeta, es muy común que las que han sido abandonadas se reutilicen para guardar CO2. Pero este método puede tener un efecto secundario indeseado: terremotos.
Los terremotos se producen cuando una falla, es decir, una fractura en la corteza de la Tierra, se desliza generando vibraciones en la superficie que pueden causar catástrofes. Normalmente los terremotos son consecuencia de la tectónica de placas, pero algunos pueden ser provocados involuntariamente por el ser humano.
¿Cómo evitar los terremotos provocados por humanos?
La presión que ejerce inyectar gas dentro de los huecos que antes ocupaba el petróleo puede empujar fallas y provocar seísmos que afecten a zonas cercanas, aunque ya existen edificios preparados contra terremotos, son una minoría y se son más comunes en lugares donde los temblores ocurren de manera natural.
Tras un nuevo estudio de las zonas de Texas en las que se ha inyectado CO2, los científicos se dieron cuenta de que esto no ocurría en todos los puntos que guardaban dióxido de carbono. Los pozos más productivos en la extracción de petróleo eran también los más seguros para acumular gases.
La explicación de estos científicos es que la roca que contenía gran cantidad de hidrocarburos “se dio de sí”, deformándose por la presión que ejercía el petróleo. Ahora al inyectar dióxido de carbono, la presión que genera el gas no es suficiente como para mover una falla y provocar seísmos perceptibles en la superficie.
El geofísico Mark Zoback, coautor del estudio, dice: “Tenemos un desafío global en almacenar enormes cantidades de dióxido de carbono bajo la superficie en los próximos veinte años. Necesitamos lugares seguros para acumular un enorme volumen de carbono por cientos de años, el cual obviamente no debe producir terremotos. La importancia de las ciencias de la tierra en superar este desafío no puede ser subestimada. Es un problema enorme, pero las geociencias son el lugar crítico para empezar”.
REFERENCIAS
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