Por primera vez, un grupo de científicos liderados por Eduardo Moreno, han demostrado que la muerte de las células neuronales en la enfermedad de Alzheimer (EA) puede no ser algo malo, por el contrario, puede ser el resultado de un mecanismo de control de calidad celular que intenta proteger el cerebro de la acumulación de neuronas que funcionan mal. Sus resultados, que se obtuvieron utilizando moscas de la fruta modificadas genéticamente para imitar los síntomas de la enfermedad de Alzheimer, se han publicado en Cell Reports.
Este mecanismo de control de calidad se llama competición celular y conduce a la selección de las células más aptas en un tejido al permitir una «comparación de aptitud» entre cada célula y sus vecinas, con las células más en forma y desencadenando el suicidio de las menos aptas.
Recientemente se ha demostrado que la competencia celular es un mecanismo normal y potente contra el envejecimiento en el cuerpo en general y en el cerebro en particular.
“En 2015 descubrimos que eliminar las células no aptas de un tejido, era un mecanismo antienvejecimiento muy importante para preservar la función de los órganos – explica Moreno – . Pensamos que si estas comparaciones de aptitud física ocurrían en el envejecimiento normal, también podrían participar en enfermedades neurodegenerativas asociadas con el envejecimiento acelerado, como el Alzheimer, la enfermedad de Parkinson o la enfermedad de Huntington”.
Para demostrarlo, criaron moscas de la fruta manipuladas genéticamente para expresar en su cerebro la proteína beta-amiloide humana, un paso crucial en el desarrollo de la EA.
Las moscas transgénicas mostraron síntomas y patologías similares a las de los pacientes con EA: pérdida de memoria a largo plazo, envejecimiento acelerado del cerebro y problemas de coordinación motora, todos los cuales empeoraron con la edad.
Lo primero que los científicos querían hacer era ver si en estas moscas, la muerte neuronal era activada por el proceso de comparación de aptitud física, en otras palabras: que las neuronas no estaban muriendo por sí mismas sino que eran “asesinadas” por vecinas más en forma, según los autores.
«Cuando empezamos, la opinión actual era que la muerte neuronal siempre debe ser perjudicial. Y para nuestra sorpresa, encontramos que la muerte neuronal contrarresta la enfermedad – añade Dina Coelho, coautora del estudio –. Cuando bloqueamos la muerte neuronal en el cerebro de las moscas, los insectos desarrollaron problemas de memoria aún peores, problemas de coordinación motora más graves, murieron antes y su cerebro degeneró más rápido”.
Sin embargo, cuando aumentó el proceso de comparación de la condición física, acelerando así la muerte de las neuronas no aptas, las moscas que expresaban las proteínas beta-amiloides asociadas a la EA mostraron una recuperación impresionante, de hecho casi se comportaron como moscas normales en cuanto a la formación de recuerdos, actividad locomotora y aprendizaje.
Esto significa que el mecanismo antienvejecimiento en cuestión sigue funcionando bien en la enfermedad de Alzheimer y muestra que, de hecho, la muerte neuronal protege al cerebro de un daño más generalizado y, por lo tanto, la pérdida neuronal no es lo que es malo, sería peor si no ocurriera.
Juan Scaliter