En el 2016, la modelo Katie May, de 34 años, murió de un derrame cerebral luego de acudir al quiropráctico por un dolor en el cuello. La autopsia reveló que la arteria vertebral de May se desgarró como resultado de la «manipulación del cuello».
Unas semanas atrás, Josh Hader, de 28 años, sufrió un ataque cerebrovascular por un motivo similar. “Fui a estirar el cuello – confesó Hader en una entrevista – y cuando estaba usando mi mano para aplicar un poco más de presión de la que probablemente debería haber ejercido, escuché un ruido”.
Menos de una hora después, Hader estaba en la sala de emergencias de un hospital sin poder caminar con un «derrame cerebral grave» provocado por un desgarro en una arteria de su cuello que había formado un coágulo. El movimiento forzado del cuello había provocado que Hader desgarre su arteria vertebral, una de las arterias principales en el cuello, que sube hacia el cerebro.
Numerosos estudios señalan que un desgarro o disección de la arteria vertebral causa accidentes cerebrovasculares y en general afectan más a personas entre 20 y 30 años. Y es algo que no tiene nada que ver con la salud de la persona, de acuerdo con el neurólogo Kazuma Nakagawa, especialista en accidentes cerebrovasculares. “Si bien es raro que el estallido del cuello provoque un desgarro – explicó Nakagawa – no es algo tan extraño. La gente solo necesita saber que el dolor de cuello repentino puede potencialmente ser el punto de partida de un derrame cerebral. Las arterias vertebrales en el cuello se unen en el cerebro para convertirse en la arteria basilar, que suministra oxígeno al tallo cerebral y este es el corazón y el alma del cerebro. Sin él nuestro cerebro simplemente no funciona».
Si un desgarro en la arteria vertebral impacta la arteria basilar, el accidente cerebrovascular puede ser fatal, causar un coma o dejar a una persona en un estado vegetativo permanente.
Juan Scaliter