Los felinos saben cazar ratones, pero las ratas son presas mucho más difíciles, mucho más grandes y con dientes peligrosamente afilados. Por eso los gatos evitan enfrentarse a ellas, según unos investigadores que pasaron cinco meses estudiando una colonia de estos roedores en Nueva York, durante los que solo vieron tres intentos de apresar ratas. Probablemente se arriesgaron porque estaban heridas o indefensas.
Redacción QUO