Al detective Gil Grissom de CSI Las Vegas le obsesionaban los insectos y los bichos. Como experto entomólogo, siempre aportaba en cada capítulo de esta serie americana una razón válida de cómo estas especies podían ayudar a él y su equipo a resolver un caso de asesinato. Y es que frente al cuerpo inerte de una persona, en una escena en la que no hay pruebas que indiquen quién pudo haber sido, el zumbido de un mosquito puede alegrar el día a los investigadores y convertirse en el nuevo testigo del crimen cometido. Más aún, podría ser quien ayude a resolver el caso.
Este escenario podría ser pronto una realidad. Científicos de la Universidad Nagoya de Japón han demostrado cómo la sangre humana extraída del estómago de un mosquito puede llegar a ser útil para conseguir el ADN de un sujeto hasta 48 horas después de que hubiera recibido un picotazo. Esto implicaría, en teoría, que un mosquito podría ser usado por los forenses para perfilar al autor de un crimen. Todo ello, por supuesto, dependiendo de las circunstancias (no vaya a ser que otro cargase con la culpa por encontrarse cerca, pero no tuviera nada que ver).
Para llegar a esta conclusión pidieron a varios colaboradores que se dejaran picar por dos tipos de mosquitos presentes en zonas tropicales y subtropicales: el Culex pipiens pallens y el Aedes albopictus. Entonces, extrajeron el ADN de la muestra de sangre que habían digerido y usaron una reacción en cadena de la polimerasa (conocida como PCR), para multiplicar la pequeña parte de ADN conseguida y amplificarla hasta el punto de poder identificar a qué sujeto pertenecía. Los resultados fueron siempre positivos hasta las 48 horas de que hubiera sucedido el picotazo. Más allá de ese tiempo, los mosquitos habían digerido la sangre y era imposible conseguir una mínima muestra con la que poder comenzar el proceso.
El líder del estudio, Toshimichi Yamamoto, espera que “el estudio ayude a los investigadores a recolectar pruebas más fiables en la escena de un crimen, que puedan ser usadas para guiar el curso del caso. Aunque, eso sí, tenemos que tomar algunas medidas para mejorar nuestros métodos y obtener más datos, con métodos de cuantificación más precisos. De esta forma, podríamos ser capaces de estimar, incluso, cuándo recibió el sujeto el picotazo”.
Fuente: IFLScience
Alberto Pascual García