Daniel López Serrano: «La lucha del hombre creando antibióticos y la de la bacteria generando resistencia no tiene fin»

Daniel López Serrano: «La lucha del hombre creando antibióticos y la de la bacteria generando resistencia no tiene fin»

Es uno de los mayores azotes de la superbacterias. Daniel López, al frente del laboratorio del Laboratorio de Biología Moléculas de las Infecciones del CNB y miembro también de la Selección Española de Ciencia 2018, ha desarrollado una molécula capaz de doblegar al Staphylococcus aureus a la acción de los antibióticos. Sus investigaciones llegarán al mercado dentro de seis u ocho años.

P: Hay muchos tipos de bacterias. ¿En cuáles ha centrado usted su investigación?

R: Nosotros trabajamos básicamente con dos. Bacillus subtilis vive en el suelo y nosotros la utilizamos en biotecnología, pero en Japón se la comen. Con ella hacen un plato que se llama Nattô. Es como una especie de fermentado con un olor muy fuerte. También investigamos con Staphylococcus aureus, que es un patógeno resistente a la penicilina. Las dos se parecen mucho genéticamente. Lo que aprendemos de una nos vale para la otra.

El Staphylococcus aureus es una bacteria Gram-positiva esférica (coco) con una pared celular (roja) y una cápsula (azul) que la rodea.Puede causar forúnculos, abscesos e infecciones y heridas.
DR KARI LOUNATMAA/SCIENCE PHOTO LIBRARYGetty Images

P: ¿Cómo llega infectarse una bacteria?

R: Son seres vivos y lo único que quieren como cualquiera de nosotros es vivir, crecer y reproducirse. El problema es el entorno en el que lo hacen. El sitio natural de la Staphylococcus aureus es normalmente la piel. Desde ahí nos protege de infecciones. El problema es cuando hay una operación quirúrgica y es necesario hacer alguna inserción o colocar un tornillo. Puede que entonces Staphylococcus aureus se internalice y se instale en alguna pieza implantada. Entonces, empieza a proliferar y a producir toxinas. Su objetivo es matar las células humanas para alimentarse de ellas. Por eso la bacteria crece. Su beneficio, su crecimiento, se hace a costa nuestra y termina produciendo nuestra muerte. Esa es generalmente la naturaleza de la mayoría de las infecciones. Es una lucha entre la supervivencia la bacteria y tu propio organismo, que es su comida. Es un proceso parecido a la metástasis. Imagina que tienes una infección del pulmón. Llega un momento en que te quedas sin él.

No se me ocurre ningún patógeno que no tenga versión 2.0

P: ¿Por qué se producen las infecciones hospitalarias?

R: Generalmente provienen del material que se emplea como los catéteres o las agujas. También tiene mucho que ver la higiene general de los hospitales. Es cierto que cada vez se tienen más cuidado con esto, pero es casi imposible evitar que un paciente entré a ver a un familiar portando una bacteria. Es muy difícil controlar el proceso de esterilización e higiene de un centro hospitalario. Los focos de infecciones son muy graves porque hay procesos quirúrgicos y también porque los pacientes están inmunodeprimidos. Por ejemplo, la Staphylococcus aureus, que es tan peligrosa en hospitales, no causa ningún problema en personas sanas. Si te haces un corte y se externaliza no pasa nada, pero te come cuando estás débil.

Ana Ruiz

P: ¿Qué pasos se están dando para atajar el problema?

R: Antes, los antibióticos se daban de manera desmedida. Ahora está todo muy monitorizado y me dan cepas que saben de dónde han salido, han secuenciado su genoma, tienen las características del paciente. Y todo ello puede que sea de casos que han ocurrido hace diez años. Esta situación puede ocurrir un centenar de veces al día. Está todo guardado, catalogado, pero aunque se sepa cómo se disemina una infección, sigue siendo muy difícil controlarlas dentro de los hospitales.

Los antibióticos no se deben tirar a la basura o al agua, porque los antibióticos también están ahí

P: ¿Y de cara al futuro?

R: Sería extraordinario que se encontrara algún plástico desechable que fuese antibacteriano. Sé que hay varias compañías interesadas en sacarlo. Debe ser un material con el que se puedan hacer catetes, jeringuillas, superficies de laboratorio… Sería un avance importante pero no debemos olvidar que, en cualquier caso, las bacterias seguirían estando allí.

P: Usted está trabajando en hacer las membranas de las bacterias más permeables a los tratamientos, pero ¿se podrían hacer antibióticos más fuertes?

R: La lucha del hombre creando antibióticos y la de la bacteria generando resistencia no tiene fin. Es un proceso de evolución que siempre se va a producir. Cada vez que nace un nuevo antibiótico, la bacteria evoluciona, muta y se adapta. Es como la teoría de la reina roja, en Alicia en el país de las maravillas; obliga a Alicia a avanzar, pero las dos permanecen siempre en el mismo sitio. La bacteria corre para desarrollar resistencia y el hombre para generar un antibiótico y así sucesivamente. Al final están siempre los dos en el mismo lugar. El que para, muere.

P: ¿Cómo se consigue alterar la membrana de las bacterias?

R: Al principio, creíamos que la membrana era algo muy sencillo, una pared homogénea, toda igual. Sin embargo, hemos constatado que es como un mapa, con zonas concretas, con una composición de lípidos y proteínas determinada. Alterando esa estructura, la bacteria se vuelve mucho más vulnerable. Así es como hemos encontrado una nueva estrategia.

P: ¿Esa alteración está dirigida o basta con que se altere un poco el equilibrio entre unas partes y otras?

R: Podemos controlar un poco esta alteración, pero no mucho porque tampoco entendemos todavía muy bien todo el proceso. De momento, creemos, que no se producen nuevos elementos en la membrana, sino que se distribuyen homogéneamente. Esa es la razón de que se haga más vulnerable y la base que hemos usado para desarrollar nuevas moléculas capaces de conseguir esa homogeneización. Observamos que en presencia de ella, los antibióticos funcionaban mejor.

P: ¿Cómo llegó a esa conclusión?

R: Todo empezó con una pregunta académica. Yo quería entender cómo se organizaban las células, quería comprender cómo es la vida. En el laboratorio, cogimos una molécula y la pusimos al lado de la bacteria. En menos de una hora la bacteria se la había comido. Al final, terminamos desarrollando una molécula que puede ser muy útil al ser humano. Fue resultado de un momento de lucidez que se produce mientras estás intentando entender algo.

P: Supongo que las vacunas también tienen un papel decisivo en todo esto…

R: Las vacunas son la única vía para romper el círculo vicioso que hay entre las bacterias, los antibióticos y su resistencia.

P: ¿Qué falta para que estén más desarrolladas?

R: Son muy interesantes por lo que tienen de preventivo, porque al favorecer un consumo menor de antibióticos ayudan a evitar la resistencia. Pero es muy difícil. No hay muchos casos de éxito en vacunas para bacterias. Solamente para virus.

P: ¿Por qué en los virus es más difícil el desarrollo de vacunas?

R: Tienen muchos factores de virulencia, algo a lo que no se puede enfrentar una vacuna convencional. Por ejemplo, la Staphylococcus aureus utiliza cien proteínas para causar la infección, pero solo emplea veinticinco si te infecta el pulmón, otras veinticinco si ataca el hueso e igual número si el objetivo es el corazón. Por eso no se puede hablar del desarrollo de una vacuna contra Staphylococcus aureus, sino de cien porque no sabes a priori qué tipo de infección va a generar. Con el virus es diferente porque es un organismo más sencillo. El proceso de infección es parecido año tras año aunque la cepa cambie.

P: Pero su trabajo sobre la permeabilidad de las membranas en las bacterias abre la puerta a que los antibióticos recuperen su reinado

R: Tenemos que tener mucho cuidado con los antibióticos porque son una herramienta muy valiosa que está perdiendo su utilidad por mala utilización. Hay que desarrollar medidas alternativas para que vuelva a recuperar su valor. Lo ideal sería que las bacterias no desarrollaran resistencia. Pero eso es imposible. La evolución es así. Nosotros lo que intentamos es que algunos antibióticos recuperen su utilidad frente a algunas infecciones. Es lo que vamos a hacer con Staphylococcus aureus, pero el panorama de bacterias es enorme. Queda un largo camino por recorrer porque, en realidad, todas ellas son ya superbacterias. No se me ocurre ningún patógeno que no tengas versión 2.0. Las únicas armas contra las infecciones son los antibióticos. Es de los descubrimientos más importantes que ha hecho la humanidad. Debemos ser conscientes de que, entre todos, hay que cuidarlos. No se deben, por ejemplo, tirar a la basura o al agua porque las bacterias también están ahí.

P: ¿Cree que se consumen muchos antibióticos en España?

R: El consumo en nuestro país es de los mayores del mundo. Pero el problema de los antibióticos y su resistencia también viene de la ganadería. En las granjas se utilizan mucho porque, además de aumentar la protección de los animales, contribuyen a engordar el ganado. Por supuesto, hay legislación al respecto, pero es mucho más laxa que en los hospitales. De todas maneras, no es solo algo que pasa en España, sino en toda Europa.

Ana Ruiz

Redacción QUO

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