Las bofetadas o cachetes todavía se consideran una forma aceptable de disciplinar a un niño en muchas partes del mundo. Pero cada vez se acumula más evidencia que sugiere que esta medida puede ser perjudicial para la salud y el bienestar de un niño y perpetuar un ciclo de violencia a través de generaciones sucesivas.
Para averiguar si las prohibiciones pueden afectar las tasas de violencia juvenil en todo el mundo, un grupo de científicos analizaron datos de encuestas sobre el comportamiento de los adolescentes en 88 países: el estudio sobre el comportamiento de la salud en los niños en edad escolar (HBSC) de la Organización Mundial de la Salud y el Estudio Global de Salud Escolar.
Las encuestas incluían una pregunta sobre si, y con qué frecuencia, el encuestado había estado involucrado en una pelea física durante los últimos 12 meses. En el momento del análisis, los 88 países sumaban aproximadamente el 46% de los adolescentes del mundo.
Treinta países habían implementado una prohibición total de los castigos corporales en la escuela y en el hogar; 38 tenían una prohibición parcial (escuelas solamente); y 20 no tenían prohibiciones.
Los resultados, publicados en BMJ Open, mostraron que, a nivel nacional, la prohibición de golpear a los hijos para castigarlos por su mal comportamiento está vinculada a tasas más bajas de violencia juvenil.
Según los hallazgos, los países que prohíben los castigos corporales en el hogar y en la escuela tienen tasas de peleas juveniles que son entre un 42 y un 69% más bajos que en los países sin tales prohibiciones.
Los autores destacan que si bien las conclusiones son evidentes, este es un estudio observacional, y como tal, no puede establecer la causa.
Juan Scaliter