Si nos quieren dar gato por liebre cuando se trata de un helado, caeríamos todos en el engaño. Al menos nuestro paladar no sería capaz de diferenciar entre uno elaborado con alto contenido en grasa de otro que estuviera hecho con proporciones más bajas. Nos pongan el helado que nos pongan, nos sabrá bueno (siempre y cuando sea del mismo sabor). Se trata de una conclusión a la que ha llegado un equipo de investigadores del Departamento de Ciencia de la Comida de la Universidad Estatal de Pensilvania (EE.UU.) y que tiene más sentido del que podáis creer. ¿Por qué?
La industria intenta vender la idea de que sus helados son más caros y saben mejor porque tienen ingredientes (natas, mantequillas) en mayor proporción, lo que “aseguran” les confiere un sabor único. Por lo tanto, se sirven de un marketing que realmente no tiene que ver con la realidad porque, al parecer, nuestro paladar no logra notar la diferencia. Para demostrarlo dieron a probar helado de vainilla a 292 participantes: uno con un 14% de grasa y otro con un mínimo de 6%. Todos ellos no notaron una diferencia tan grande que les indicara cuál estaba más bueno de los dos. Ambos gustaron a la gran mayoría.
Por lo tanto, este estudio hará que las compañías encargadas de la producción de helados cambien esa idea de que “cuanta más grasa, mejor sabor”, justificando así los altos precios de algunas marcas. En realidad, podrían cambiar su visión de marketing y tratar de demostrar que el helado sabe igual de bien, aunque tenga menos grasa, de manera que gente que estuviera en dieta también pudiera comerlos. Una forma de no perder clientes.
Si os habéis quedado con las dudas, ya sabéis, ponedlo en práctica para quitaros de la cabeza esa idea de que, porque sabe más bueno os va a engordar más. Al final, todo dependerá siempre de la cantidad de grasa con la que esté elaborado. Así que disfrutad del sabor y olvidaros de los kilos de más.
Fuente: IFLScience
Alberto Pascual García