Hay dos razones. La primera tiene su origen en un aterrizaje forzoso que ocurrió de noche: algunos pasajeros se hirieron al evacuar la nave porque, al estar habituados a un nivel de luz mayor, al salir a la oscuridad la vista tardó en adaptarse.

Así que, si se atenúa la luz al despegar y aterrizar –momentos de riesgo–, se evita en parte el contraste. De paso, se ve mejor el camino que indican las luces de emergencia. La otra razón es que los motores alimentan el sistema eléctrico, así que tratan de ahorrarles “trabajo”.

Enviada por Alicia Sánchez Solá, Alicante

Redacción QUO