Un equipo de científicos liderados por John Gilmore, ha rastreado el desarrollo de los circuitos emocionales del cerebro en la infancia y descubrieron que es durante el primer año de vida cuando emergen las conexiones cerebrales similares a las de los adultos y responsables de regular las emociones.
Los resultados, publicados en Biological Psychiatry: Cognitive Neuroscience and Neuroimaging, también muestran que el crecimiento de estos circuitos cerebrales durante el segundo año de vida era una medida útil para predecir el coeficiente intelectual y el control emocional de los niños a los 4 años, lo que sugiere nuevas vías para la detección temprana y la intervención para los niños con riesgo de tener problemas emocionales.
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«Si se confirma en estudios futuros – explica Gilmore en un comunicado –, estos hallazgos sugieren que podría ser posible identificar a los niños con riesgo de problemas de conducta asociados con trastornos psiquiátricos muy temprano en la vida, permitiendo que la intervención reduzca el riesgo y mejore los resultados conductuales a largo plazo”.
Los resultados se basaron en el análisis de imágenes cerebrales de 223 bebés. El equipo de Gilmore se centró en el núcleo central de procesamiento de emociones, la amígdala y sus conexiones con otras áreas del cerebro relacionadas con las emociones. El procesamiento atípico en esta región está relacionado con trastornos como la depresión, la ansiedad y la esquizofrenia en adultos. Los nuevos hallazgos proporcionan una pista sobre cuándo el desarrollo atípico puede conducir a efectos duraderos en la emoción y la cognición en el futuro.
El análisis de las tasas de crecimiento de los circuitos emocionales durante el segundo año de vida, predijeron la ansiedad y la regulación emocional en los niños a los 4 años de edad. El crecimiento también predijo el coeficiente intelectual, lo que indica su importancia no solo para el desarrollo del control emocional más adelante en la vida, sino también para la cognición.
Juan Scaliter