Hace unos 140 años, a Charles Darwin parecía molestarle la evidencia que sugería la aparición repentina de numerosas angiospermas (plantas con flores básicamente) en el Cretácico medio. Dado que la teoría de la evolución de Darwin implica que todos los organismos deberían producirse gradualmente, la aparición repentina de las angiospermas le sacaba de quicio.
Sin embargo, durante más de un siglo de estudios, los científicos han descubierto muchos ejemplos de angiospermas que datan de períodos anteriores, lo que sugiere que su origen fue mucho más temprano que el Cretácico medio. Entonces, ¿cuál fue el fenómeno que tanto molestaba a Darwin?
Un equipo liderado por Wang Xin, de la Academia de Ciencias de China podría tener una respuesta, según un estudio publicado en Scientific Reports. Allí, el equipo de Xin describe una flor, Lijinganthus revoluta, atrapada en una pieza de ámbar birmano que data de hace 99 millones de años. El fósil en un alto estado de conservación, está completo, e incluye todas las partes de una perfecta flor pentámera (que tiene los verticilos estériles (cáliz y corola) formados por cinco piezas) y pertenece a las gunnéridas.
Junto con las flores y frutas contemporáneas, la Lijinganthus indica que los gunnéridas florecieron en nuestro planeta alrededor de 100 millones de años atrás.. Aunque este grupo puede remontarse al Barremiano (alrededor de 125 millones de años) por sus granos de polen característicos, las gunnéridas no dominaron la vegetación hasta unos 20 millones de años más tarde, en el Cretácico medio, como señalaba Darwin. Pero luego experimentaron un rápido declive. Así, según los autores, lo que molestó al padre de la evolución no fue “el supuesto origen de las angiospermas, sino una gunnérida”. De hecho, de acuerdo con el registro fósil, las angiospermas se originaron mucho antes.