En 2019 se estrenará en Netflix, la tercera temporada de la serie Por trece razones, basada en la novela del mismo título publicada en 2007 por Jay Asher. La trama trata sobre el suicidio de Hannah Baker, una estudiante de instituto que deja grabadas varias cintas explicando los motivos (trece) que la llevaron a tomar esa decisión. La serie ha generado preocupación entre los expertos en salud mental sobre su impacto potencialmente negativo en los jóvenes vulnerables.
De acuerdo con un reciente estudio, publicado en Psychiatric Services, una proporción significativa de adolescentes suicidas tratados en un departamento de emergencias psiquiátricas, señaló que ver Por 13 Razones, “había aumentado su riesgo de suicidio”.
“La serie ha sido un fenómeno real, especialmente entre los adolescentes – explica Victor Hong, autor principal, en un comunicado –. Su descripción del suicidio adolescente ha despertado gran preocupación entre los padres, los responsables de salud y los educadores”.
De los 87 jóvenes (entre 13 y 17 años) que participaron en estudio, entre 2017 y 2018, la mitad había visto al menos un episodio y 21 señalaron que contribuyó a aumentar su riesgo de suicidio.
“Nuestro estudio no confirma que la serie está aumentando el riesgo de suicidio – añade Hong –, pero sí confirma que definitivamente debemos preocuparnos por su impacto en los jóvenes vulnerables. Son pocos los que afirman que este tipo de exposición hará que los menores que no están deprimidos se conviertan en suicidas. La preocupación es sobre cómo puede afectar negativamente a los jóvenes que están en el límite”.
El estudio también encontró que la mayoría de los jóvenes encuestados que habían visto Por 13 razones la vieron solos y tenían más probabilidades de discutir sus reacciones con sus compañeros (81%) que con un mayor (35%).
Estas cifras no coinciden con un informe anterior solicitado por Netflix que descubrió que el 71% de los jóvenes hablaban con sus padres de la serie. Hong dice que esto posiblemente indica algunas diferencias en la capacidad o el deseo de los jóvenes con alto riesgo de suicidio de tener tales conversaciones con sus padres.
«Los datos de nuestra muestra – concluye Hong – demostraron que los niños que corrían un alto riesgo de suicidio no se acercaron a los adultos. La mayoría de ellos vieron esta serie solos o hablaron con amigos, pero no con sus padres, maestros o consejeros escolares. Los jóvenes que más apoyo necesitan de adultos, son los que menos se deciden a buscarlo. Es fácil identificarse con el personaje principal. Es una chica adolescente que ha sufrido de violencia sexual, acoso y ansiedad, lo cual, desafortunadamente, afecta a muchos jóvenes”.
Finalmente, los autores agregan que se necesita más investigación para evaluar con precisión cómo el contenido de la serie puede influir en la salud mental y el riesgo de suicidio de sus espectadores. Pero concluyen que allí hay muchas señales para que los padres estemos alertas.
Juan Scaliter