Un nuevo estudio ha demostrado que los trabajadores en empleos poco cualificados y mal pagados no son propensos a unirse y formar un vínculo común.

La investigación, liderada por Constantine Manolchev, mostró que la idea de un precariado (trabajadores que desempeñan sus tareas en condiciones precarias) formado y unificado tiende a ser exagerada, y que los trabajadores no necesariamente se unen con sus compañeros para mostrar la insatisfacción del grupo en el lugar de trabajo.

Las conclusiones se han publicado en Economic and Industrial Democracy.

“La idea de la existencia de un precariado formado y unificado se da por sentada – explica Manolchev –. Nuestra investigación sugiere que esto tiende a ser exagerado. Debemos tener en cuenta también las historias personales y las trayectorias de trabajo, las experiencias individuales y las aspiraciones, así como la relación con el empleador, el sentido del orgullo y las circunstancias personales. Todas ellas juegan un papel importante. Lo que hemos identificado es que solo porque un trabajador sea parte de ese grupo social en particular y tenga actitudes negativas hacia el lugar de trabajo no significa que estén necesariamente unidos con sus compañeros. Creemos que se necesita más investigación en esta área”.

En general, los trabajadores en sectores precarios se dividen en tres grupos principales: aquellos que han perdido el acceso a un empleo seguro, trabajadores inmigrantes y de minorías étnicas que han abandonado sus países de origen y miembros educados que no tienen acceso a una carrera.

También difieren entre sí en términos de sus relaciones de trabajo con los jefes, el estatus social o las relaciones sociales significativas. Por ejemplo, aunque los trabajadores inmigrantes a menudo reconocen que están en empleos mal pagados, su salario todavía equivale a tres o cuatro veces el de su país de origen, lo que les da una perspectiva diferente a muchos otros trabajadores en roles similares.

Si bien hubo características comunes dentro del grupo analizado por el equipo de Manolchev, los investigadores no pudieron encontrar evidencia de un colectivo claro, o una “clase” interesada en participar en políticas para su propia agenda.

Juan Scaliter