Los mini cerebros desarrollados en laboratorio son grupos de neuronas incapaces de desarrollar cualquier tipo de pensamiento o emoción

En cierto momento, durante nuestra evolución, el cerebro humano experimentó un crecimiento sin precedentes. Gran parte de este se produjo en el neocórtex, la parte externa de nuestro cerebro, que nos permitió alcanzar la capacidad intelectual para usar el lenguaje, el pensamiento abstracto y otras características propias de los humanos.

Pero, ¿cómo se produjo este salto? Con la ayuda de docenas de «mini cerebros» de chimpancés cultivados en el laboratorio, un grupo de científicos, liderados por Arnold Kriegstein, se están acercando más a responder a esta incógnita.

De acuerdo con un estudio publicado en Cell, el equipo de Kriegstein logró nuevos conocimientos sobre cómo evolucionó el cerebro humano al comparar el desarrollo temprano de los mini-cerebros de humanos, macacos y chimpancés en una placa de Petri, un avance que el estudio señala como “antropología celular”.

“Al nacer, la corteza humana ya es dos veces más grande que la del chimpancé – explica Kriegstein en un comunicado – , por lo que necesitábamos retroceder mucho antes, al desarrollo embrionario, para comprender los eventos que impulsan este increíble crecimiento”.

Estos mini cerebros no son, en verdad, pequeños cerebros en un frasco. Se trata de grupos de diferentes células cerebrales desarrolladas para imitar el cerebro de un animal y no son capaces de generar ningún pensamiento o nivel de cognición real.

El equipo examinó de cerca los organoides cerebrales humanos y de chimpancés y observó cómo los tipos de células específicas y la actividad génica orquestaban el crecimiento de los mismos. En general, encontraron varios cientos de cambios celulares y genéticos únicos y propios de los humanos, que estaban asociados con el cerebro.

El estudio también demostró la capacidad de producir en masa mini-órganos cerebrales de chimpancé, lo cual es en sí mismo una hazaña revolucionaria. El equipo comenzó reuniendo células madre pluripotentes (iPSC), células de la piel que se reprogramaron en células madre para convertirse en cualquier tejido del cuerpo. Usando los iPSC, pudieron desarrollar 56 organoides provenientes de la piel de 8 chimpancés y 10 humanos.

“Nuestra capacidad para tomar células de la piel de un chimpancé adulto, convertirlas en iPSC y luego estudiar su desarrollo en el laboratorio es asombrosa – concluye Kriegstein –. Es un experimento de “ciencia ficción” que no habría sido posible hace 10 años”.