No es que la idea de que las células son entidades diminutas sea incorrecta: ahí están las del esperma para apoyarla, con sus 50 micrómetros. Pero las hay sensiblemente más grandes.
Las del embrión, por ejemplo, miden 1.000 micrómetros y ya pueden verse a simple vista. Luego están las células nerviosas, que sirven para transmitir estímulos desde cualquier parte del cuerpo hasta el cerebro, a través de la médula espinal.
Aquellas que van de los dedos de los pies hasta una región del cerebro que está situada a la altura de la boca son las más largas del cuerpo humano: pueden llegar a medir casi dos metros.