Científicos y bioéticos de siete países publicaron ayer un manifiesto que exige una moratoria a los experimentos de edición genética diseñados para modificar los rasgos hereditarios de los embriones humanos. El entusiasmo que ha despertado la técnica de ingeniería genética conocida como CRISPR ha hecho saltar, al mismo tiempo, las alarmas ante la posibilidad de darle un uso perverso si se orienta su potencial hacia la creación de bebés de diseño provocando cambios permanentes en la especie humano.

Inicialmente, el CRISPR se pensó para prevenir enfermedades congénitas. Sin embargo, la actuación del investigador chino He Jiankui, que anunció el nacimiento de dos gemelas con embriones genéticamente modificados para prevenir el VIH, ignorando cualquier límite ético, ha desconcertado a la comunidad científica que apela ahora a la prudencia.

Esta llamada llega después de observar que las advertencias que surgen en las conferencias sobre los límites éticos de la edición genética ni son suficientemente claras ni evitan una vulneración. El manifiesto, publicado en Nature, lo firman, entre otros, dos de los principales padres del CRISPR, Feng Zhang y Emmanuelle Charpentier. Además de reclamar este tiempo, los autores abogan por la creación de un organismo internacional que supervise la aplicación de la tecnología. Podría ser independiente o formar parte de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

El científico estadounidense Francis Collins ha emitido una declaración de apoyo a ambas iniciativas dejando claro que esta es también la posición del gobierno de Estados Unidos. “Lo que estamos tratando aquí es uno de los momentos científicos más decisivos y de mayor calado social. ¿Vamos a cruzar la línea para rediseñarnos?”, dice.

Lo que se pide es un cese temporal en la experimentación con espermatozoides, óvulos y embriones, conocidos como células de línea germinal, con fines de embarazo. La moratoria no afecta a la investigación de laboratorio con células somáticas para tratar a un paciente individual. Por ejemplo, la edición de genes en las células sanguíneas para tratar una anemia crónica de células falciformes. En este periodo marcado se establecería un marco internacional para la edición genética con los planteamientos técnicos, científicos, médicos, sociales, éticos y morales oportunos.

Algunas voces críticas

En el manifiesto ha quedado ausente una de las pioneras de CRISPR, la científica californiana Jennifer Doudna, que ya advirtió desde un principio del uso maligno que podría tener esta técnica. “Mi sensación es que esto es, simplemente, lo que venimos repitiendo desde hace años”, dijo para justificar su negativa a firmar el documento.

La línea roja de este consenso estaría en la prohibición de edición de genes que pueda dar lugar a cambios permanentes en la especie humana, excepto si existe un acuerdo global de que tal modificación sería segura, necesaria y ética. A Doudna la palabra consenso le suena reiterativa y, por tanto, a incumplimiento. «No quiero llevar a otros a la clandestinidad. Esto no acaba con la edición genética», ha expresado. Eric Lander, director del Broad Institute of MIT, indica que la cuestión es la gestión de las nuevas tecnologías cada vez más poderosas. “No podemos simplemente echarnos las manos y decir que no hay forma de detenerlas. Hay una manera de guiarlas”.

Newborn Male Fraternal Twins are Next to Each Other on the Couch in Blankets.  One is sleeping, the other is awake.

Jill Lehmann PhotographyGetty Images

La perversión de los bebés de diseño

El CRISPR, descrito como como tijeras moleculares, da la posibilidad de alterar el genoma de un organismo eliminando una mutación genética asociada con una enfermedad. Los autores de Nature hacen una distinción entre corrección genética con fines terapéuticos médicos y mejora genética, que podría incluir la incorporación de nuevas instrucciones en el genoma de una persona para perfeccionar, por ejemplo, su memoria o músculos, o incluso para funciones biológicas completamente nuevas, como la capacidad de ver la luz infrarroja o descomponer ciertas toxinas.

«Creo que es una tecnología muy poderosa que tiene un gran potencial para mejorar nuestras vidas, la salud, el nuestro medio ambiente, mejorar nuestra agricultura», asegura Zhang. Pero, como cualquier tecnología poderosa, las posibilidades pueden llevar a los llamados bebés de diseño, modificados sin ninguna necesidad médica. “Se puede imaginar una situación en la que los padres se sientan presionados para editar a sus hijos porque otros padres lo están haciendo”. Podría exacerbar aún más, dice, la desigualdad, creando un desastre total en la sociedad.

Marian Benito