Gracias a Juego de Tronos la obsidiana está viviendo su gran momento de fama. En la exitosa serie de HBO, es clave para derrotar a los Caminantes Blancos, los guerreros del otro lado del muro. La llamada dragonglass, vidriagón o vidrio de dragón, tiene en común con su roca real más cercana, la obsidiana, ser brillante y fuerte, pero esta última además es capaz de revelar la historia humana de una manera que ningún otro material puede.

Samwel Tarly no es el primero en darse cuenta de que la obsidiana podría ser de mucha utilidad, nuestros ancestros evolutivos la utilizaron para la fabricación de herramientas durante más de un millón de años y gracias a los atributos químicos únicos del material, ahora los arqueólogos pueden determinar el origen geográfico de incluso piezas pequeñas.

Andrew Zipkin, científico arqueológico de la Universidad Estatal de Arizona, dice que saber dónde nuestros ancestros lejanos recolectaron la obsidiana permite a los investigadores hacer preguntas mucho más amplias, como dónde viajaron los primeros humanos y por qué.

En todo el mundo, el registro prehistórico está lleno de raspadores de obsidiana, cortadores y hachas de mano de este vidrio volcánico. Los primeros fabricantes de herramientas probablemente lo eligieron por su combinación de facilidad de tallado y obtención de bordes tan afilados como una cuchilla.

Arthur Haines shows two primitive knives he made using primitive knapping techniques he teaches at t...

Portland Press HeraldGetty Images

El hecho de que la obsidiana sea tan quebradiza como es, es una ventaja para los cazadores, «una punta de lanza de obsidiana puede hacer mucho daño porque es puntiagudo y también es probable que se rompa dentro del animal», dice el geoarqueólogo con base en Albuquerque, M. Steven Shackley, profesor emérito de la Universidad de California en Berkeley. Agrega: «Si quieres crear daño, quieres usar obsidiana».

Pese a su larga historia de uso, «la obsidiana es rara en la mayoría de los lugares del mundo y se necesita el tipo correcto de erupción volcánica para crearla», dice Ellery Frahm, un científico arqueológico de la Universidad de Yale.

Where Seas Die And Earthquakes Are Born - The Southern Tip of the San Andreas Fault

David McNewGetty Images

La lava para que se forme obsidiana debe ser muy viscosa, o pegajosa, para formar un vidrio. Se requiere una gran cantidad de sílice para obtener esa lava pegajosa y durante el proceso de formación debajo del suelo, los minerales de la roca circundante se filtran en ella, agregando diferentes elementos específicos de esa ubicación. Cuando finalmente sale a la superficie, si lo hace lo suficientemente rápido, la lava se enfriará rápidamente y se convertirá en un vidrio uniforme antes de que su mezcla química tenga la oportunidad de organizarse en cristales atrapando todos los elementos locales en ella dejando una traza analizable hoy en día con rayos X.

Tras las huellas de la obsidiana

A medida que los grupos de cazadores-recolectores se movían a través de paisajes prehistóricos, recogían obsidiana y dejaban escamas de la misma después de crear o reafilar sus herramientas. De ese modo crearon mapas de sus movimientos que los arqueólogos pueden seguir con mayor precisión.

En 2018 en la revista Science, Zipkin y sus colegas publicaron un trío de artículos sobre hallazgos, incluidos artefactos de obsidiana, en el sitio keniano de Olorgesailie. Las piezas de obsidiana, con más de 300,000 años de antigüedad, provenían de múltiples zonas, algunas de ellas muy lejanas, lo que da a entender que los buscadores de obsidiana podían haber viajado más lejos de lo que solían habitualmente por ella o haber intercambiado material con otros grupos.

Ambos escenarios sugieren que los humanos eran cognitivamente capaces de interacciones sociales complejas y planeaban expediciones a larga distancia más de 200,000 años antes de lo que se pensaba.

La obsidiana nos cuenta no solo características especiales de personajes de series de televisión, sino de nuestros parientes evolutivos más cercanos.

Fuente: Discover Magazine

Esther Sánchez