Precisamente, gracias a un fenómeno físico que se llama “velocidad de escape”. La fuerza de la gravedad de un cuerpo celeste (la atracción que ejerce) hace que exista una velocidad de escape que la materia necesita superar para liberarse de ella.
Concretamente, para “irse” de la Tierra, las moléculas deben tener una rapidez superior a los 11 km/s. Pero, como el oxígeno tiene una velocidad media inferior, no se escapa. Solo las porciones de este gas que alcanzan las capas altas de la atmósfera logran “evadirse”.
Los planetas que no tienen atmósfera es porque producen gases que superan su velocidad de escape.
Redacción QUO