Durante más de una década diversas compañías privadas han enviado objetos personales al espacio. La buena noticia es que el precio del transporte en cohetes que realizan vuelos orbitales y suborbitales se ha desplomado por debajo de 500 dólares el medio kilo gracias a empresas como la californiana Interorbital Systems, el cohete ruso Stihl-3A o Bigelow Aerospace.

La opción más barata la ofrece Masten Space Systems, ubicada en Santa Clara, Califronia. Por apenas 99 dólares pronto podrás enviar una «Sodasat» con el contenido de tu elección (ya sean las cenizas de un ser querido o diversas células de cultivo) a 100 kilómetros de distancia y de vuelta a la Tierra siempre que el peso no supere los 450 gramos, el contenido quepa en un contenedor del tamaño de una lata de refresco y no resulte narcótico, radiactivo ni explosivo. La empresa ofrece contenedores presurizados que permiten al cliente enviar algo vivo siempre que resista el viaje (por ejemplo, una bacteria).

Como explica su vicepresidente, Michael Mealling, debe tratarse de un experimento científico: «No se permite enviar a un gato al espacio para que dé tumbos en gravedad cero».

David Masten fundó Masten Space Systems en 2004 tras vender sus acciones del gigante informático Cisco Systems. La idea general consiste en reducir hasta tal punto el coste del vuelo de un cohete que el principal gasto sea el combustible. Pese a que todavía es un proyecto, el programa de Masten es de los más económicos.

Redacción QUO