Como si de un quijote se tratara, Sebastian Seung lidera desde el MIT a un grupo de científicos (12 laboratorios en todo el mundo) que lucha contra un gran gigante: el desconocimiento del cerebro humano. Le entrevisté en Madrid, donde vino a presentar su libro Conectoma. Cómo las conexiones neuronales determinan nuestra identidad (RBA), y después de conocerle estoy segura de que su nombre aparecerá junto al de su admirado Ramón y Cajal, algún día, en la historia de las neurociencias.
P Cada personalidad es única. ¿También lo es cada conectoma?
R Yo defiendo que esos patrones de conexiones son los que conforman y hacen a alguien único. Lo que conforma nuestra singularidad. Tu conectoma es único debido a tus genes, pero también a tu personalidad. Hay evidencias de que las experiencias quedan grabadas en nuestro cerebro. Mientras vivimos, vamos aprendiendo y grabando nuestra historia, pero todavía no sabemos cómo.
P Pero entonces, ¿tendríamos que hacer un mapa para cada uno de nosotros?
R Algunas personas dicen que crear un conectoma no es útil porque, ¿de qué te sirve un mapa de Madrid en Barcelona, y viceversa? Pero lo que queremos es obtener mapas que sirvan de referencia. En realidad, buscamos funciones generales. Si tomamos a dos personas con esquizofrenia, es posible que sus cerebros sean similares entre sí y diferentes de otros que no la padecen.
P Esas similitudes, ¿nos permitirán orientarnos en cualquier cerebro?
R Esta es solo una analogía, pero aunque haya estructuras diferentes, seguro que los lazos en común nos señalan algún camino válido.
P ¿Qué espera encontrar al descifrar el conectoma? ¿Alguna sorpresa?
R No espero sorpresas. Lo que sí tengo son muchas expectativas. Puede que lo que encontremos ratifique las teorías que hemos tenido hasta ahora, o puede que las tire por tierra. Tenemos muchas teorías neurológicas sin pruebas que las ratifiquen, y es muy excitante pensar que al fin podremos encontrarlas. Y aunque descubramos que estábamos equivocados, esto también será un avance en cualquier caso.
P Si supiéramos cómo funciona nuestro cerebro, ¿también podríamos cambiarlo a nuestro antojo?
R Lo que hacemos todos los días cambia esas conexiones. También sabemos que los niños se recuperan antes de cualquier problema neurológico, seguramente porque los cambios en el conectoma son más difíciles según vamos haciéndonos mayores. Tal vez los hallazgos que realicemos puedan permitir crear medicamentos que mantenga esa plasticidad a cualquier edad.
P Hay unos 100.000 millones de neuronas en nuestro cerebro. ¿Cuánto podemos tardar en descifrar sus conexiones?
R El trazado del mapa podría saberse a finales de siglo.
P Una vez desvelado, ¿podríamos replicarlo de manera artificial?
R Si, como sospecho, tú eres tu conectoma, podríamos hacer una copia de ti en una máquina. Pero hay muchos pasos necesarios antes de llegar a eso.
P ¿Hay algún aspecto que le interese especialmente saber cómo funciona?
R En general, las afecciones cerebrales son degenerativas (el cerebro era normal, pero después decae) o de desarrollo (nunca se desarrolló correctamente). Me interesan casos como el de la esquizofrenia y el autismo, en los que se ha buscado algún rastro de degeneración neuronal y no se ha encontrado, así que se intuye que el problema está en que el cerebro está sano y, en un momento determinado, se produce un error de conexión. Si conseguimos trazar ese mapa, podríamos comprobar si esto es así. Durante los últimos 100 años hemos fracasado en la búsqueda de lo que sucede en el cerebro de un esquizofrénico, y por eso se la ha llamado enfermedad mental, y no neurológica, que es lo que pienso que es.
P A qué se parece más nuestro conectoma, ¿a un mapa de carreteras?
R La mejor imagen es la de las interconexiones entre ciudades que hay en las revistas de las líneas aéreas, pero con muchísimas más ciudades.
P En el cerebro hay señales eléctricas y sustancias químicas que entran en juego.¿Todo esto será descrito en el mapa?
R El conectoma es el mapa de conexiones, y su dinámica tiene que ver con la variedad de señales de la que hablas. Recuerda que el conectoma será el mapa de esas conexiones, cómo se hacen, y en él aparecerán las neuronas y sus terminaciones, dentro de las cuales viaja esa electricidad, y cómo se comunican entre ellas. De hecho el mapa del conectoma puede cambiar precisamente por variaciones de esas señales. Es como un río: el agua va por el cauce marcado, pero también, con su movimiento, puede variar el cauce. De igual manera, las señales varían el conectoma, y pensamos que así funcionan los recuerdos, por ejemplo.
P ¿Cuánto sabemos del cerebro ahora?
R Ahora conocemos menos del uno por ciento. Hay mucha información, pero la mayor parte de lo que sabemos es dónde suceden las cosas, en qué región, pero cómo cada una de estas regiones realizan esas funciones o qué ocurre cuando funcionan mal, no.Todo irá más rápido cuando mejoremos la tecnología que nos permite analizar cada conexión entre neuronas. Y en eso estamos.
Redacción QUO
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