Si la Tierra pudiera ser comprimida en una esfera de 9 mm de radio se convertiría en un agujero negro, un objeto de densidad infinita que provoca un campo gravitatorio tan poderoso que nada, ni siquiera la luz, puede escapar de él.
Durante décadas se creyó que estos oscuros vórtices hacían desaparecer para siempre lo que caía en su interior, pero en 1974 el físico Stephen Hawking descubrió que estos sumideros cósmicos no eran en realidad tan negros ya que, si se tienen en cuenta los efectos de la física cuántica, emiten una radiación por la cual comienzan a evaporarse hasta desaparecer en una gran explosión final con todo lo que se han tragado.
Esta teoría planteó otro conflicto, denominado «paradoja de la información» consistente en que nada puede desaparecer sin más. Pero según Hawking la radiación que ha emitido el vórtice en realidad contiene la información de lo que un día se tragó, igual que el humo encierra el contenido de un papel que se ha quemado.
Fuente: Divulga.es
Redacción QUO