La Estación Espacial Internacional (ISS) ha tenido que reducir la altura de su órbita en 1,7 kilómetros, situándose a 353,7 km. de nuestras cabezas. La razón: evitar posibles colisiones con la gran cantidad de restos de satélites y otros elementos artificiales que flotan sin control en esta zona del espacio.
Y es que la basura espacial, o “space debris” como la llama en la NASA, se está convirtiendo en un problema cada vez más preocupante, hasta el punto de que un estudio publicado en la revista Science pronosticaba que hará intransitable la órbita terrestre dentro de medio siglo.
En este sentido, se calcula que el número de estos restos aumenta a ritmo de un 5% cada año. La Agencia Espacial Europea (ESA) ha catalogado unos 10.500 desechos en órbita mayores de 10 centímetros; 110.000 de entre uno y diez cm.; y 35 millones menores de un cm. Como se trata de objetos que se mueven a velocidades relativas entre sí de hasta 50.000 kilómetros por hora, su choque contra la ISS o cualquier otra nave tripulada podría ser catastrófico.
Por ello, los científicos tratan de recabar toda la información posible para controlarlos y prevenir posibles problemas. La Oficina del Programa de Desechos Espaciales de la NASA o la Oficina de Residuos Espaciales de la ESA realizan seguimientos de estos objetos en órbita y tratan de que se tomen medidas para reducirlos. España colabora con la ESA mediante una estación de seguimiento situada en el Observatorio del Teide, del Instituto de Astrofísica de Canarias (IAC).
Redacción QUO