¿Eres de los que se obsesiona con ‘101 métodos’ para subir la testosterona? Para. Ahora. Podrías estar llevándonos hacia el caos. Al menos eso afirma un estudio publicado en la revista Current Anthropology: nuestra transición a la civilización moderna podría haber coincidido con una caída general de testosterona en nuestra especie.

Bajada de testosterona: la clave para llevarnos bien

Esta hormona, con mayor presencia en los hombres que en las mujeres, a niveles altos está asociado a mayores índices de agresividad, menor grado de empatía y un mayor deseo de competitividad. Unos ingredientes con los que parece complejo dar comienzo a la difícil tarea de crear una sociedad organizada. Pero no es sólo en el carácter donde dejan huella los niveles de testosterona. Hay evidencias físicas, como la forma de nuestro cráneo.

Han sido precisamente 1.400 cráneos los protagonistas de la investigación llevada a cabo por Robert Cieri, estudiante de la Universidad de Utah. Él y sus colegas analizaron detalladamente las piezas. Compararon el arco superciliar, la forma de la cara y el volumen interior de 13 cráneos humanos con más de 80.000 años, 41 cráneos de 10.000 a 38.000 años y una muestra global de 1.367 cráneos del s. XX de los 30 grupos étnicos diferentes.

Comparando los cráneos antiguos con los modernos, observaron que la tendencia era una reducción en el arco superciliar y un acortamiento de la zona superior del rostro, rasgos que generalmente reflejan una reducción de la testosterona. «Cejas más pobladas y menos prominentes, cabezas más redondas… todos esos cambios pueden estar directamente relacionados con los niveles de testosterona que actúan sobre el esqueleto», afirma en la nota de prensa el profesor y coautor del estudio, Steven Churchill (Universidad de Duke).

Dejamos de darnos mamporrazos para construir nuestra comunidad

Hay muchas teorías de por qué, tras 150.000 años de existencia, los seres humanos dimos de repente un salto hacia la tecnología. Aunque hay registro de fósiles que certifican la aparición del Homo Sapiens hace 200.000 años, no fue hasta hace 50.000 años cuando aparecen las primeras evidencias de un comportamiento moderno, como la fabricación y uso de herramientas avanzadas, artilugios para la pesca o los primeros pasos del arte.

¿Era esto impulsado por cambios biológicos en nuestro cerebro? ¿quizás por comenzar a cocinar los alimentos? ¿o sería simplemente a consecuencia de la densidad de población? Los autores del estudio argumentan que la sociedad humana avanzó cuando empezamos a ser más agradables con los demás, lo que implica tener un poco menos de testosterona en acción en nuestro cuerpo para que la empatía funcione correctamente.

La testosterona está asociada a la tolerancia social y a la cooperación entre bonobos y chimpancés. También, con una menor agresividad en los seres humanos. Cieri especula que las densidades de población más altas podrían haber sido la causa del cambio hacia niveles más bajos de testosterona, ya que cuando las personas se vieron obligadas a trabajar en equipo para obtener mejores resultados, tener un carácter agresivo era completamente incompatible.

«Cualquiera que sea la causa, los niveles reducidos de testosterona transformaron a las personas en seres más sociables.» explica Cieri. «Esto ayudó a que aprendiésemos mejor y a que fuese posible la cooperación entre nosotros, permitiéndonos acelerar la innovación cultural y tecnológica, sello distintivo del éxito humano moderno».

Redacción QUO