Todos hemos escuchado alguna vez eso de que «la primera impresión es la que cuenta». Hay quien piensa incluso que ese primer juicio es tan decisivo que a veces algunas personas no nos dan una nueva oportunidad para modificarlo. Pues bien, una reciente investigación realizada por el departamento de Psicología de Nueva York, y cuyos resultados se acaban de publicar se en el Journal of Neuroscience, asegura que nuestro cerebro toma la decisión de prejuzgar si una persona es digna de confianza en unos pocos milisegundos, antes incluso de que seamos capaces de captar de manera consciente el rostro de dicho sujeto.
«Los resultados de la investigación corroboran que realizamos juicios espontáneos de otras personas que pueden estar en gran medida fuera de la conciencia», dijo Jonathan Freeman director del estudio.
La responsable de nuestra acapacidad es la amígdala. Ya se sabía que esta región cerebral estaba implicada en la valoración de conceptos tan complejos como la honradez, pero se desconocía que podía hacerlo de una manera tan veloz, adelantándose incluso al pensamiento consciente.
Durant ela investigación se les pidió a un grupo de voluntarios que realizasen una encuesta para clasificar una serie de rostros según la honestidad que les transmitían. Luego, esos mismos rostros fueron mostrados a segundo grupo de personas durante un período de tiempo tan breve e imperceptible que, aunque sus los ojos pudieran ver las imágenes, eran incapaces de darse cuenta conscientemente lo que habían visto.
Pero las resonancias magnéticas demostraron que sus cerebros realizaban juicios de valor de todos modos.
Redacción QUO