Lleva 20 años trabajando en los mecanismos del desarrollo embrionario y en cómo las células se desplazan hasta su último destino para formar los órganos. Esta bioquímica ha descubeirto que esos mismos procesos se reactivan para diseminar las células tumorales por todo el organismo.
– ¿Qué relación hay entre el cáncer y el proceso embrionario?
– Trabajamos en los mecanismos que determinan la formación del embrión, en los procesos que le dan forma y que se conocen con el nombre de morfogénesis. Lo que ocurre durante ese proceso es que hay muchas células cuya función la tienen que cumplir muy lejos del lugar donde nacen. Las llamamos células viajeras. Naturalmente, han de adquirir un programa que les permita llegar a su lugar de destino. Para eso la evolución ha fijado unos mecanismos que incluyen la activación de unos genes que se llaman snail. Cuando se activan en células que son inicialmente inmóviles, adquieren esta capacidad de movimiento. Así ocurre en cualquier proceso embrionario normal. Si no, el embrión no progresaría, no tendría células disponibles para formar los órganos en el lugar en el que deberían. Una vez que los genes han cumplido su misión y las células han llegado a su lugar de destino, se apagan para que las células se diferencien en lo que le corresponda, para que no sigan moviéndose por el organismo. Lo que ocurre es que en algunas situaciones patológicas durante la vida del adulto estos genes embrionarios se reactivan. En ese caso generan distintas enfermedades. Las más significativas son la progresión del cáncer y la fibrosis.
– ¿Por qué se reactivan estos genes?
– Los tumores primarios pueden dar lugar a otros secundarios. Es lo que conocemos con el nombre de metástasis. En términos de la biología de la célula, es un proceso similar al que ocurre en el embrión porque del tumor primario se desprenden una serie de células que se diseminan por el organismo. De esta manera, colonizan órganos distantes y forman otros tumores secundarios, es decir, utilizan los programas naturales del desarrollo en su beneficio para diseminar el cáncer. El 90% de las muertes por cáncer se deben a la metástasis. Por eso, para nosotros ha sido siempre muy importante llevar en paralelo el estudio de los programas del desarrollo embrionario y la progresión tumoral y la fibrosis. Porque si conocemos los mecanismos íntimos por los que los genes funcionan en condiciones normales, fisiológicas, lograremos entender mejor cómo abordar el problema en situaciones patológicas. Por ejemplo, las señales que les dicen a las células embrionarias dónde parar y cómo empezar a dividirse para formar órganos en el lugar de destino, seguro que nos va a dar mucha información de lo que puede estar ocurriendo en el cáncer.
– ¿Hay alguna manera de evitar esa activación en los procesos tumorales?
– Estamos trabajando en varios aspectos. Por una parte, tratamos de encontrar los mecanismos íntimos de la reactivación de estos programas embrionarios, de tal forma que si logramosinhibirlos, podríamos impedir el proceso de diseminación celular. Pero, por otro, a lo largo de los años hemos aprendido que este desprendimiento celular del tumor primario ocurre en una etapa muy temprana. De hecho, la mayor parte de los pacientes oncológicos tienen células tumorales circulantes por el corriente sanguíneo. Es posible que si solamente nos preocupamos de atacar o de inhibir el desprendimiento de células del tumor primario lleguemos tarde. Por lo tanto, el punto de atención está también en el nicho metastásico, que es donde estas células que se desprendieron del tumor del cáncer primario, anidarán y formarán otros secundarios. Nos interesa mucho saber cuáles son los mecanismos que inhiben el programa de viaje y les dicen a las células dónde y cuándo anidar.
– ¿Existen rutas predeterminadas en ese programa de migración?
– Las células de los tumores sólidos, cuando reactivan estos programas embrionarios, adquieren capacidad de movimiento y de invasión. Es decir, secretan una serie de proteínas que degradan lo que encuentran en su camino, incluida la matriz extracelular. Por tanto, se van abriendo camino. Esto quiere decir que pueden invadir territorios adyacentes, pero, por otra parte, también entrar en los vasos sanguíneos y en el torrente linfático, de forma que tienen varias rutas de diseminación.
– Sus investigaciones son muy esperanzadoras
– No estamos librando una batalla, sino cientos. Hay muchos tipos de cánceres. De lo que se trata es de poder abordarlo desde todos los puntos de vista que sea posible. Yo diría que sí, que es posible vencer al cáncer. No sólo porque tengamos esperanza, sino porque en las últimas décadas se han hecho grandes avances. La mortalidad ha disminuido mucho. Todos conocemos a personas que han superado la enfermedad. Esto es algo que no ocurría hace años.
– ¿Qué ocurre para que los genes embrionarios se reactiven en adultos?
– Tiene que ver con la capacidad de las células adultas de responder a estímulos a los que en principio no deberían responder. Y esto es lo que ocurre en las células tumorales. Al estar tan desreguladas, pueden reaccionar ante más situaciones que las adultas sanas que, en principio, se encuentran más protegidas por lo que llamamos homeostasis, es decir el funcionamiento normal. Pero al desdifererenciarse y pasar de células normales a tumorales, se comportan de forma similar a como lo hacen las embrionarias. Por eso reactivan los programas.
– Usted ha proporcionado valiosas pistas sobre la metástasis
– Hay muchos expertos. Nuestra investigación se ha basado en analizar la conexión entre los procesos normales del desarrollo embrionario y en cómo esa reactivación generan patologías en el adulto. Eso es un concepto bastante interesante desde el punto de vista de la biología para aprender cómo manejar los procesos patológicos en enfermedades tan devastadoras como el cáncer.
– ¿Son los genes snail los causantes del cáncer?
– No. Los snail están más implicados en la diseminación. Son las células tumorales las que reactivan el programa de migración. Antes creíamos que esto ocurría en fases ya avanzadas del cáncer. Ahora sabemos que, en algunos tumores, ocurre bastante pronto.
– ¿Por qué se llaman snail?
– Porque el primer gen de la familia que se encontró se localizó en Drosophila melanogaster. En este insecto, los nombres de los genes clásicamente se otorgaban por el aspecto que adoptaba la mosca cuando tenía esa mutación. En este caso, los embriones tomaban la forma del caracol (snail en inglés).
– Habla usted también de la importancia de sus trabajos en la fibrosis
– Debo aclarar ante todo que no soy yo sola. Hay detrás un equipo de investigación en el que todos los miembros trabajan mucho, con profesionalidad y entusiasmo. Ellos merecen una parte importante del reconocimiento. Respecto a su pregunta, todos hemos oído hablar de la fibrosis renal, hepática, pulmonar. Esencialmente, lo que ocurre es una degeneración progresiva de la función del órgano que, en muchas ocasiones, desemboca en muerte. Se trata de una patología en la que también se activan los programas embrionarios. La diferencia está en que las células dejan de funcionar pero no adquieren la capacidad migratoria, es decir de invadir tejidos adyancentes, por lo que confinan su efecto al órgano en el que se reactivan. No encontramos células circulantes ni efectos fuera del órgano afectado.
– ¿Qué haría usted si tuviera el presupuesto de La Roja?
Sería una cantidad tremenda para un solo grupo de trabajo. Pero no para un Plan Estatal de Investigación. De todas maneras, en ciencia no es bueno nunca tener una cantidad de una sola vez. Lo que es importante es que haya un programa seguro y establecido para muchos años. Sería fantástico que una parte muy pequeñita de las recaudaciones que se consiguen en los grandes encuentros futbolísticos se dedicara a investigación científica. Así lograríamos una aportanción continuada y, además, en cantidad muy significativa para nuestro sistema de ciencia y tecnología.
Marta García Fernández
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