Conocemos bien su anatomía gracias a varios esqueletos completos muy bien conservados. Ellos nos han reveladoque tenían el morro afilado en forma de “pico de pato” y la cabeza coronada por una cresta. Lo que no sabíamos era el aspecto que tenían de pequeños.
Ahora esa duda ha quedado despejada por el análisis de huesos fósiles correspondientes a tres o cuatro ejemplares de crías. Junto a ellos, un par de fragmentos de cáscara han hecho pensar a los investigadores que se trataba de un nido enterrado por sedimentos en la húmeda estación veraniega. El conjunto procede del yacimiento mongol de la Tumba del Dragón, en el desierto de Gobi.
Leonard Dewaele, de la Universidad de Gante (Bélgica), y su equipo lo describen en PLOS ONE y aseguran que los cráneos presentan ya ese perfil afilado en la zona del morro característico de los adultos. Sin embargo, aún no hay indicios del hueso prominente que proyecta la cresta hacia atrás por encima de la cabeza.¡
LOS DATOS:
Redacción QUO
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