Es muy difícil determinar exactamente en qué momento la vida migró de los mares a la tierra, pero en general se asume que la transición se inició a principios de la era Paleozoica, entre hace 500 y 450 millones de años atrás. Pero sí se sabe que antes de que las formas de vida compleja pudieran vivir en tierra firme, tenía que haber nutrientes allí. En este sentido los hongos jugaron un papel fundamental al poner en marcha el proceso de descomposición que permitió crear una capa de suelo fértil, donde las plantas con raíces pudieran establecerse.
El análisis de un hongo, llamado Tortotubus, por un equipo de la Universidad de Durham podría señalar al organismo pionero que emigró de los mares a la tierra. No solo se trata del fósil más antiguo de un hongo, también es el ejemplo más remoto de un ser vivo en tierra firme, con una edad de 440 millones de años.
Este peregrino tiene una estructura similar a la de los hongos modernos, algo que probablemente le permitía almacenar y transportar los nutrientes a través del proceso de descomposición. Sus restos, más finos que un cabello humano, fueron hallados en Suecia y Escocia.
“Durante el período en el que vivió este organismo – explica Martin Smith, líder del estudio publicado en Botanical Journal of the Linnean Society – la vida se limitaba casi exclusivamente a los océanos: nada más complejo que el musgo simple había evolucionado en la tierra. Pero antes de que pudiera haber plantas o árboles, o animales que dependan de ellos, debían darse los procesos de putrefacción y la formación del suelo necesario para establecer la floración”.

Juan Scaliter