Y nosotros que pensábamos que los dinosaurios se habían extinguido hace 65 millones de años… La realidad es que algunos sobrevivieron a la extinción masiva y se convirtieron en los ancestros de las aves actuales. Para comprender cómo ocurrió esta evolución, un grupo de investigadores de la Universidad de Chile han manipulado los genes de gallinas para que desarrollaran la fíbula o peroné, un hueso que los Archaeopteryx (un género de ave primitiva, intermedio entre los dinosaurios con plumas y las aves modernas) tenían en sus patas y les llegaba hasta el “tobillo”.Pero a medida que evolucionaron hacia las aves, este hueso se fue haciendo cada vez más corto. Pero los embriones de las aves modernas aún muestran signos de poder desarrollar la fíbula, al menos en las primeras etapas de desarrollo. El equipo de científicos, liderado por Joâo Botelho, se propuso el desafió de conseguir que el crecimiento de este hueso no se detuviera. Pese a que entre el Archaeopteryx y las gallinas hay 150 millones de años, la diferencia sustancial en cuanto a este hueso se encuentra en un único gen conocido como IHH (Indian HedgeHog o erizo indio, no sabemos porqué). El equipo de Botelho, que publicó su estudio en Evolution, inhibió la expresión de dicho gen y el peroné de los embriones creció hasta alcanzar una morfología prácticamente idéntica a la del Archaeopteryx.

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Joâo Botelho et. al
Desafortunadamente para las fantasías jurásicas de algunos, ninguno de los embriones se dejó madurar para obtener una visión de este Gallosaurus, pero este tipo de estudios permiten encontrar nuevas claves tanto en biología como en paleontología. Esta no es la primera vez que se han recreado características de dinosaurios en aves modernas. El mismo equipo chileno logró, el año pasado, dotar de patas de dinosaurios a embriones de pollo mientras que otro equipo de Estados Unidos, dotó a los embriones de picos de dinosaurios.

Juan Scaliter