Podemos imaginar lo difícil que sería ser un ser humano en miniatura gracias a dibujos como Los diminutos, películas como Cariño he encogido a los niños o novelas de la literatura infantil como Los incursores, de Mary Norton. Pero del dicho al hecho hay mucho trecho. Un trecho tan grande como hacer esto posible en la vida real.

No creáis que los científicos no se lo han planteado. Según un estudio publicado recientemente en Journal of Interdisciplinary Science Topics, es científicamente imposible minituarizar seres humanos. Algo que ya habíamos podido imaginar pero, ¿sabes por qué?

En la película que citábamos antes, el inventor Wayne Szalinski se vale de un rayo electromagnético con el fin de reducir efectos cotidianos de la vida real. En un descuido imperdonable, el rayo apunta directamente a sus hijos y ocurre el desastre: ahora son del tamaño de una mosca. Puede que en la vida real pudiésemos llegar a conseguir reducir nuestro tamaño, pero otra cosa es que nuestros órganos y nuestra propia física y biología acompañasen esta acción. Es decir, los cambios de todo nuestro cuerpo no se harían a escala de nuestra estatura.

Vamos a suponer que cogemos a Arriety, personaje principal de la novela Los incursores, que es 16 veces más pequeña que un ser humano normal. Ahora vamos a apuntarla con nuestro rayo electromagnético y a intentar darle un tamaño similar a nuestro especie ¿qué pasaría? En primer lugar su regulación térmica sería un desastre, ya que estaría preparada para un cuerpo 16 veces más pequeño. Eso por no hablar de la notable reducción de la distancia entre los oídos del personaje, lo que confundiría sin remedio a su mecanismo interauricular.

Pero esto no es todo. Según explican los investigadores, sus cuerdas vocales, 16 veces más cortas, no producirían un sonido mayor de cuatro octavas, lo que haría su voz completamente inaudible para un ser humano normal que no ha sido ‘customizado’. Tampoco sería igual el tamaño de sus ojos, riñones, hígado o corazón.

Esto quiere decir que el hecho de minituarizarnos nos dejaría ciegos, sordos, mudos y con la curiosidad de cómo llenar un estómago tan grande en un cuerpo tan chico.

Redacción QUO