En 1935, el físico austríaco Erwin Schrödinger formuló su famosa paradoja. Dentro de una caja opaca y cerrada, hay un gato, un recipiente con gas venenoso y un dispositivo que contiene una sola partícula radiactiva con una probabilidad del 50% de desintegrarse en un tiempo determinado. Si la partícula se desintegra, el veneno se libera y el gato muere. Por lo tanto, al finalizar el tiempo establecido, hay una posibilidad de 50% de que el gato esté vivo e idéntica probabilidad que haya muerto. Para la mecánica cuántica y hablando en términos muy básicos, ambos estados se superponen en ese instante. Aunque claro que no hablan de gatos castigados en un limbo cuántico, sino de cómo átomos o fotones pueden existir como una combinación de múltiples estados, algo conocido como superposición cuántica.
Ahora, un equipo de expertos de la Universidad de Yale y del INRIA francés (un instituto de investigación especializado en Ciencias de la Computación, teoría de control y matemáticas aplicadas) afirman que el gato no solo está vivo y muerto, sino que la incertidumbre física pasa a ser geográfica también: está, vivo y muerto, en dos sitios al mismo tiempo.
Los resultados, publicados en la revista Science, se basan en un complejo experimento que involucra fotones, laberintos, enormes dosis de corriente eléctrica y dos cavidades con cualidades específicas.
El grupo de expertos, liderados por Chen Wang, aplicaron ondas de luz a las dos cavidades de forma que solo una onda de luz pudiera existir en cada cavidad. Luego se unieron ambas cavidades con una corriente y se sometieron a los fotones (partículas responsables del efecto electromagnético) a pasar por un “laberinto de puertas” en una de las cavidades, lo que les daba un espín determinado. El espín es una propiedad física que señala que toda partícula elemental tiene un momento angular intrínseco de valor fijo. Y eso es lo que buscaban los científicos: un valor determinado. Gracias a esto, el equipo de Wang consiguió hacer que los fotones tengan dos estados y pudo observar un efecto similar en la otra cavidad.
Por ahora el “gato” más grande que consiguieron era de unos 80 fotones, pero según los autores se pueden conseguir números más altos con pulsos controlados.
El hallazgotiene aplicaciones en ciencias de la computación y en comunicaciones a larga distancia.
Juan Scaliter