Los tumores malignos afectan ciertos órganos, tales como el colon o el pecho, con mayor frecuencia que a otros. En una reciente publicación en Trends of Cancer, un grupo de investigadores proponen que esta vulnerabilidad en algunos órganos puede tener relación con la selección natural. De acuerdo con los investigadores, los seres humanos podemos tolerar tumores en órganos grandes o de los cuales tenemos dos (pulmones o riñones) mejor que en órganos pequeños o críticos, tales como el corazón. De este modo los órganos más grandes habrían evolucionado menos mecanismos para defenderse de las células cancerosas.
«Los órganos más importantes para mantenernos vivos y vinculados a la reproducción, tales como el corazón, el cerebro o el útero – señala Frédéric Thomas, biólogo evolutivoy uno de los autores de la publicación –, podrían tener una mejor protección contra el cáncer si todos los elementos implicados son iguales. . Con esto no estamos diciendo que este sea el factor principal para explicar la diferente susceptibilidad de los órganos al cáncer, pero sí que es un factor que contribuye.»
Muchos oncólogos han explicado la diferencia en las tasas de cáncer de órganos examinado ya sea factores de riesgo externos, tales como fumar o la exposición a los rayos UV, o factores internos, tales como la frecuencia con la que las células se dividen en un órgano. El equipo liderado por Thomas, propone una teoría evolutiva como complemento a la comprensión actual.
El equipo sugiere que la selección natural ha favorecido una fuerte protección contra el cánceren órganos pequeños que son críticos para la supervivencia y la reproducción humana. «Los órganos que son grandes podrían acumular un mayor número de manifestaciones oncogénicas sin sufrir lesiones, mientras que los más pequeños e importantes como el páncreas, podría ser fácilmente comprometidos con sólo unos pocos tumores en el interior”, añade Thomas.
Los investigadores también recomiendan que los especialistas comiencen a pensar en los órganos individuales como islas especializadas con sus propias condiciones ambientales (como el nivel de oxígeno, acidez, o agua), donde la supervivencia de las células cancerosas depende del medio ambiente local. «Las células malignas son entidades vivas – argumenta Thomas –, es simplemente imposible que las condiciones locales no las influyan. Esto significa claramente que ciertos órganos son más propensos que otros a los tumores”.
Ahora mismo Thomas y su equipo están trabajando para probar esta hipótesis. «Un análisis completo requiere que se tengan en cuenta todos los posibles factores de confusión – concluye este experto –. No podemos simplemente mirar las estadísticas existentes sobre el cáncer y el tamaño de los órganos y hacer una correlación para ver si funciona o no. Se trata de una nueva hipótesis que merece ser explorada y esperamos que este trabajo estimule la investigación en esa dirección”.

Juan Scaliter