Se llama Sue y es el fósil más grande, completo y mejor conservado de un Tyrannosaurus rex. Mide más de 12 metros de largo, casi 4 de altura y luce 58 afilados dientes en su mandíbula. Su cráneo pesa unos 300 kilos. Es el habitante más fotografiado del Museo Field en Chicago y ahora podría dar la respuesta a uno de los grandes enigmas de la paleontología: ¿Para qué usaban los T.rex esos bracitos? Carmen Soriano, una de las responsables del área de imagen del Laboratorio Nacional Argonne, en las afueras de Chicago, ha creado una imagen en 3D a nivel celular de los huesos de los brazos de Sue, las imágenes más detalladas hasta la fecha. La conclusión es que no le servían de mucho.
Pete Makovicky, responsable del área de dinosaurios del museo, aseguró en un comunicado que “Aunque aún hay mucho por descubrir, no hay muchos signos de estrés en los brazos, algo que indicaría un uso frecuente”.
El siguiente paso fue un escaneado específico, con rayos X un millón de veces más intensos que los utilizados en cualquier hospital. “Estos rayos X – explica Soriano en declaraciones del laboratorio Argonne – nos permitirán construir un mapa de los vasos sanguíneos y los puntos donde los músculos se fijaban a los huesos, algo que nunca se había visto. Estos datos nos brindarán información nueva sobre la biología de los dinosaurios en general y sobre la vida de Sue en particular. A los paleontólogos les encanta este tipo de tecnología, ya que es lo más cercano a viajar en el tiempo”.
Los huesos, por más extraños que sean, siempre contienen pequeñas claves que permiten deducir para qué se usaban. Los de los pájaros, por ejemplo, son huecos y tienen menos calcio, perfectos para volar, mientras que otros, más pesados, indicarían que se usaban para tareas de fuerza. Los patrones que se encuentren en los próximos meses en los huesos de Sue darán más claves sobre su uso.
Juan Scaliter