En El origen de las especies, Charles Darwin aseguraba que “hay grandeza en esta concepción de la vida, con sus diferentes fuerzas, que originalmente surgió en un corto número de formas o en una sola, y que (…) se han desarrollado y se están desarrollando, a partir de un principio tan sencillo, infinidad de formas, las más bellas y portentosas”. La última frase “infinidad de formas las más bellas y portentosas”, también aparece en libros de Richard Dawkings, como El cuento del antepasado: un viaje a los albores de la evolución o en Evolución: el mayor espectáculo sobre la Tierra y es el título del octavo álbum de la banda finlandesa Nightwish.

Indudablemente una de esas formas de belleza infinita es el caballito de mar o hipocampo, un género que cuenta con 54 especies y cuyo tamaño oscila entre los 14 milímetros del Hippocampus satomiae y los 29 centímetros del Hippocampus ingens.
Son muchas las características que convierten a este animal en un ejemplo único en la naturaleza. Pese a ser un pez no tiene ni cola ni aleta pélvica, nada verticalmente, una serie de placas óseas refuerzan todo su cuerpo. Tampoco tiene dientes y, casi como una excepción en el reino animal, son ellos los que quedan embarazados.

Para intentar explicar todas estas cualidades, un grupo de expertos, liderados por Axel Meyer, secuenció y analizó el genoma del caballito de mar cola de tigre (Hippocampus comes).Los resultados, publicados en Nature, señalan que la pérdida y duplicación de determinados genes, así como la pérdida de elementos reguladores en su genoma, han contribuido a la rápida evolución del caballito de mar.
El equipo de Meyer, por ejemplo, identificó varios genes que están presentes en muchos peces y que contribuyen al desarrollo de los dientes, pero que se han perdido en los hipocampos. Y no los necesita debido a la forma especial de su hocico: con él ejerce una enorme presión. La pérdida de estos genes también influyó en el escaso desarrollo de su sentido del olfato.

La pérdida de las aletas pélvicas es otra incógnita que se habría resuelto. En términos evolutivos, estas comparten el mismo origen que las piernas humanas. Un gen importante, el tbx4, es el responsable de esta característica física y se encuentra en casi todos los vertebrados, pero en el caballito de mar está ausente.
También se detectó la duplicación de ciertos genes, con diferentes consecuencias, ya que cuando un gen se duplica, la copia puede cumplir una función completamente nueva. Y esto es lo que habría permitido que los machos sean los que quedan embarazados, coordinando la incubación de embriones dentro de la bolsa de cría del macho. Una vez que el embrión eclosiona, los genes adicionales se activan.
A partir de ahora, muchos equipos de científicos tendrán a su disposición el genoma de este ejemplo de infinita belleza, lo que permitirá desentrañar otros enigmas.

Juan Scaliter