De acuerdo con la Fundación Española de la Tartamudez, este trastorno del habla afecta a medio millón de españoles y a 72 millones en todo el mundo. Pero su causa sigue siendo un enigma para los expertos. O al menos lo era hasta ahora, según un estudio realizado por expertos de las universidades de California, Nueva York y el King’s College de Londres.Según sus conclusiones, publicadas en Human Brain Mapping, detrás del tartamudeo no se encuentra un defecto en la mecánica del habla, sino una escasa irrigación de una zona específica del cerebro, el área de Brocca, implicada en el habla y en lo que los científicos llaman recuperación léxica (el proceso que permite pasar de un concepto o idea, a una expresión oral)
Para llegar a este resultado, los investigadores analizaron con imágenes por resonancia magnética (IRM) el cerebro de 26 personas con tartamudeo y otras 36 que sirvieron de control. Las imágenes demostraron no solo que la falta de irrigación estaba vinculada al trastorno, sino que cuanto mayor era esta, más importante era el tartamudeo, según confirma en un comunicado uno de los autores del estudio, Jay Desai: “El flujo sanguíneo está inversamente correlacionado con el grado de tartamudez: cuanto más grave es esta, menos flujo sanguíneo llegaba a esta parte del cerebro”.
El hallazgo permitirá abordar el tratamiento desde un nuevo punto de vista.
Juan Scaliter