«La evolución estelar en los años previos a su explosión, establece las condiciones iniciales para el colapso final y todavía no entendemos completamente la explosión de este tipo de estrellas. Estadísticamente es muy poco probable que alguna estrella, que vaya a explotar dentro de un año, exista actualmente en nuestra galaxia”.
Este es parte del texto de un artículo recientemente publicado en Nature Physics y en el que se detalla cómo un grupo de astrónomos se ha acercado a uno de los santo griales de la investigación estelar: capturar una supernova mientras explota. Las supernovas son los fuegos artificiales del cosmos, y representan la última etapa evolutiva de las estrellas masivas que se despiden con “fuegos fatuos” que pueden llegar a duras meses.
Aunque los científicos pueden identificar posibles candidatas a supernovas y evaluar cuándo se están acercando a su momento culmen, todavía no podemos predecir cuándo exactamente sucederá esto y los primeros instantes de las supernovas, eran un descubrimiento más que huidizo. Hasta ahora.

Para intentar resolver esto, el observatorio Intermediate Palomar Transient Factory (iPTF) realiza controles regulares sobre las supergigantes rojas que se consideran candidatas a convertirse en supernovas de tipo II. Y el 6 de octubre de 2013, las pesquisas dieron sus frutos y el iPTF detectó la explosión de la estrella SN2013fs en la galaxia NGC 7610, apenas tres horas después de que comenzara el evento. La alerta llegó casi al instante a otros observatorios que también apuntaron sus telescopios para estudiar el evento con diferentes longitudes de onda.
Uno de los aspectos más importantes que se han descubierto es que SN2013fs estaba rodeada de material circunestelar a una distancia similar a la órbita de Júpiter. La importancia de esto es que les permitiría a los astrónomos analizar la “identidad” de la supernova. Cuando las estrellas que se están convirtiendo en supernovas, especulan los expertos,desechan grandes cantidades de gas y al producirse la explosión, la luz debe pasar a través de este material, dando a cada supernova una huella dactilar única.
Ofer Yaron, del Instituto Weizmann de Israel y uno de los autores del estudio, deduce en el artículo que esta teoría de la firma de las supernovas es correcta., y coautores concluyeron que SN2103fs apoya esta teoría y afirma que, teniendo en cuenta la velocidad a la que el material fue expulsado y la distancia a la que llegó, todo comenzó 500 días antes de la explosión, una información que permitirá anticipar con mayor precisión este tipo de eventos.

Juan Scaliter