¿Por qué unas personas son zurdas y otras diestras? Seguro que te lo has preguntado alguna vez. Por suerte, científicos de la Universidad de Rurh en Bochum (Alemania) se hicieron la misma pregunta hace diez años, momento en el que empezaron a realizar esta investigación. Tras una década de estudios y análisis, los científicos publicaron sus conclusiones en la revista especializada eLife.
Fue así como se percataron que la respuesta no solo está en los genes, sino que hay gran parte de responsabilidad en el ambiente que nos rodea. Para llegar a estas conclusiones, los investigadores contaron con varias embarazadas. Empezaron a observar sus bebés desde la semana octava del embarazo hasta la doce, momento en que el que los bebés comienzan a mover sus extremidades.
Para aislar la respuesta que buscaban, analizaron detalladamente las expresiones genéticas en la espina dorsal, ya que los movimientos de las manos y los brazos se inician en la corteza motora del cerebro que, posteriormente, manda señales a la espina dorsal para ejecutar el movimiento. No obstante, como recalcan los investigadores, la corteza motora no está conectada a nuestra espina dorsal cuando se inicia la gestación. Pero, antes de dicha conexión, ya hay señales que indican la preponderancia hacia el lado derecho o el izquierdo, de ahí que examinaran los genes de la espina dorsal y no del cerebro directamente.
Aunque descubrieron que los genes determinaban la preponderancia hacia uno u otro lado, aún les faltaba un detalle: ¿cuánto se debía al ambiente? Lo valoraron viendo la forma en que las enzimas se agrupaban, las interacciones del ADN y la alimentación del bebé y descubrieron que estas causas también influían en la expresión de los genes y en determinar si el bebé nacería diestro o zurdo.
Redacción QUO