La fructosa es una forma de azúcar simple que se encuentra en frutas, verduras y miel entre otros alimentos. Su consumo excesivo contribuye a elevar los niveles de azúcar en la sangre y es un factor importante en la obesidad.
Anteriormente, un equipo de investigación de Yale, liderado por Janice Hwang, había demostrado que la fructosa y otro azúcar simple, la glucosa, tenían diferentes efectos sobre la actividad cerebral. Pero no se sabía si la fructosa se producía en el cerebro o se cruzaba desde el torrente sanguíneo.

Para responder a esta pregunta, los expertos analizaron, mediante espectroscopia de resonancia magnética, los niveles de azúcar en el cerebro de ocho voluntarios a los que se les había suministrado una infusión de glucosa. Los resultados, publicados en JCI Insight ,mostraron que los niveles de fructosa cerebral aumentaban significativamente en respuesta a la infusión de glucosa, con cambios mínimos en los niveles de fructosa en la sangre. Supusieron que la alta concentración de fructosa en el cerebro se debía a una vía metabólica que convierte la glucosa en fructosa.

«En este estudio – explica Hwang en un comunicado – mostramos por primera vez que la fructosa puede producirse en el cerebro humano (algo que se había visto en animales pero no en humanos). Al mostrar que la fructosa en el cerebro no se debe simplemente al consumo de alimentos, hemos demostrado que la fructosa se puede generar a partir de cualquier azúcar que comamos, lo que añade otra dimensión a la comprensión de los efectos de la fructosa sobre el cerebro. Este nuevo conocimiento aporta información a cómo los niveles altos de azúcar en sangre, pueden ejercer efectos adversos”.

Juan Scaliter