En 2014, una mujer de 54 años fue atendida por expertos la Universidad de George Washington en Washington, para tratamiento de epilepsia. Estos implicaron estimular suavemente varias regiones de su cerebro con electrodos para reducir la fuente potencial de sus convulsiones epilépticas. Pero cuando el equipo comenzó a estimular el claustro de la mujer, esta perdía el conocimiento, dejaba de leer y miraba fijamente al espacio, sin responder a estímulos auditivos o visuales. Cuando se detenía la estimulación, recuperaba la conciencia. El experimento se llevó a cabo a lo largo de dos días siempre con idéntico resultado.
Un año después, se examinaron las lesiones en esta región del cerebro de 171 veteranos de combate con lesiones cerebrales traumáticas. Y se descubrió que el daño en el claustro se podía asociar con la duración, pero no con la frecuencia de la pérdida de la conciencia, lo que sugería que podría desempeñar un papel importante nuestros estados conscientes, pero que otra región debía estar involucrada.
Ahora, en un nuevo estudio (aún pendiente de publicación) liderado por Christof Koch se ha descubierto una neurona que rodea todo el cerebro de los ratones y emana precisamente de esta misteriosa región. Esta neurona gigante está tan densamente conectada a través de ambos hemisferios que podría convertirse en la pieza del puzzle que faltaba. De acuerdo con declaraciones de Koch a la revista Nature, “nunca antes habíamos visto neuronas extenderse tan ampliamente a través de ambas regiones del cerebro”.
El hallazgo, presentado en una reciente reunión de la Iniciativa Brain (Brain Research through Advancing Innovative Neurotechnologies oInvestigación en el Cerebro a través de Neurotecnologías Avanzadas e Innovadoras) se basa en el uso de una proteína fluorescente que se extendió por toda la neurona y permitió tomarcon las que se reconstruyó un modelo completo en 3D. La nueva técnica podría ayudar a comprender cómo una estructura de este tamaño ha pasado inadvertida durante décadas.
Pero antes de lanzar campanas al aire hablando del claustro, una región tan conectada que Francis Crick (sí, el mismo del ADN) y Koch, en un artículo, la describieron como la “guía de la conciencia”, hay que matizar algunos aspectos. Primero, que esta neurona gigante recientemente descubierta esté conectada al claustro, no significa que hayamos encontrado la conciencia definitivamente. Primero habrá que ver si esta neurona también se encuentra en humanos y el estudio tendrá que ser confirmado por otros científicos. Pero sí se puede decir que estamos ante una pieza del cerebro que nunca antes habíamos visto y que los descubrimientos que aporte pueden llevarnos muy lejos.
Juan Scaliter