Francisco de Goya no solo es uno de los más reconocidos artistas de España, sino del mundo. Famoso por sus retratos y su serie de la Guerra de la Independencia, muchos historiadores sostienen que es el primer pintor verdaderamente moderno.
Pero su estilo cambió completamente, volviéndose más oscuro, cuando en 1793, con 46 años contrajo una enfermedad severa, no diagnosticada. La dolencia le llevó a permanecer durante varios meses en cama, sufrió alucinaciones, dolores de cabeza constantes, pérdida de audición y apenas podía caminar. Con el tiempo casi todos los síntomas desaparecieron, excepto la sordera.

Ronna Hertzano, experta en los mecanismos celulares y genéticos de la pérdida de audición de la Universidad de Maryland, ha examinado diferentes pruebas sobre la condición de Goya y su conclusión es que o padeció una enfermedad autoinmune llamada síndrome de Susac o contrajo la sífilis.
En cuanto a la primera opción, los principales síntomas de Susac son la alteración de la función cerebral, pérdida de visión, equilibrio y audición. Aunque la mayoría de estos síntomas suelen desaparecer con el tiempo, los pacientes pueden sufrir de pérdida permanente de la audición. La sífilis, por su parte, también puede conducir a una pérdida auditiva severa. Y en el siglo XIX, no había tratamiento para ninguna de estas enfermedades.

Desafortunadamente, señala Hertzano en su presentación en la 24ª Conferencia de Patología Clínica Histórica, ninguno de los dos médicos que vieron a Goya, dejaron registro alguno sobre su diagnóstico, tratamiento o impresiones.
“El diagnóstico requirió un verdadero trabajo de detective – asegura Hertzano en un comunicado –. La cuestión de la dolencia de Goya fue un misterio médico fascinante, creo que su caso tiene varias posibilidades. De haber ocurrido hoy, Goya podría haber recibido recibido implantes cocleares, lo que le habría permitido escuchar de nuevo. No habría vivido una vida sorda después de su enfermedad”.

Juan Scaliter