El Instituto Boyce Thompson (BTI) junto a la Universidad de Shanghai han secuenciado el transcriptoma (todo el ARNm) de 120 variedades de espinacas, tanto cultivadas como silvestres, lo que les ha permitido identificar qué cambios genéticos se han producido debido a la domesticación. El avance, publicado en Nature,hará que sea aún más fácil mejorar este nutritivo y delicioso, de hojas verdes.
«La secuencia del genoma de las espinacas y las variantes del transcriptoma desarrolladas en este estudio – explica Zhangjun Fei, uno de los responsables del estudio, en un comunicado – proporcionan una gran cantidad de información valiosa que se puede utilizar para desarrollar espinacas con mejor resistencia a enfermedades, mayor rendimiento y mejor calidad”.
Originaria de Asia central, la espinaca (Spinacia oleracea) ahora se cultiva en todo el mundo, con una producción anual de 24,3 millones de toneladas en 2014. España produce unas 61.000 toneladas.
Uno de los hallazgos más interesantes del estudio es que los genomas de las variedades de espinacas cultivadas no son muy diferentes de sus progenitores salvajes. Habitualmente, cuando una planta es domesticada, su genoma evoluciona durante siglos debido a la selección. En muchos casos, se ve obligado a pasar a través de lo que se llama un cuello de botella evolutivo, llegando a ser un ejemplar muy diferente del original. Un ejemplo de ello es la comparación del maíz actual con su antepasado, el teosinte.
«Al analizar las variantes de transcriptoma – añade la coautora, Chen Jiao – de una gran colección de espinacas cultivadas y silvestres, encontramos que a diferencia de otros cultivos de hortalizas como tomate y pepino, la espinaca tiene un cuello de botella evolutivo muy débil”.
Desde su primera domesticación, los jardineros y los criadores han mejorado muchos rasgos importantes de la espinaca, como la calidad de las hojas y las propiedades nutritivas, y con el tiempo estas mejoras han reformado el genoma de las espinacas. Esta es una gran noticia, de acuerdo con los responsables de la investigación, porque significa que todavía hay mucho espacio para la mejora de las espinacas.
Juan Scaliter