Los científicos asumen que el universo tiene una distribución homogénea de la materia. Esta suposición se basa en el principio cosmológico que señala que cuando miramos hacia el cielo nuestra perspectiva sobre el Universo no debe considerarse particularmente singular.
En escalas mayores de unos 250 millones de años luz https://arxiv.org/pdf/1205.6812v2.pdf, esto suele ser cierto. El problema es que a cierta distancia el Universo parece tomar la forma de un queso gruyere. Estos agujeros en la distribución de la materia pueden existir en varias escalas, desde “pequeños” huecos en los que cabe una estrella a espacios enormes que llegan a los 1,8 mi millones de años luz.
En 2012, un grupo de expertos, liderados porAmy Barger, señaló la posibilidad de que nuestra galaxia, la Vía Láctea, se encuentra en un baldío cósmico en lugar de en un area “urbana”.
En los cálculos estimaban el tamaño de este remanso: unos mil millones de años luz de ancho, siete veces más grande que el vacío promedio, lo que lo situaría como uno de los más grandes del universo. Ahora, Ben Hoscheit, uno de los estudiantes de Barger en la Universidad de Wisconsin-Madison, ha profundizado en el trabajo de su profesora para preguntarse si, midiendo con otros instrumentos, las cifras también coincidían.
En este sentido resulta fundamentalla Constante del Hubble, un número que describe el ritmo al que se expande el Universo, el detalle fundamental es que este ritmo ha variado a lo largo del tiempo y eso produce discrepancias a la hora de medir este ritmo dependiendo del instrumento que se utilice. Por ejemplo, si se usa el Telescopio Espacial Hubble, cuyas mediciones se basan en supernovas que explotan en galaxias cercanas (por lo tanto próximas en el tiempo) y con una cantidad predecible de energía. Pero si se utilizan los datos del Cosmic Microwave Background (Radiación de fondo de microondas o CMB), que hablan de un tiempo remoto, los resultados no siempre coinciden. Y es precisamente esta diferencia la que podría ser explicada con los enormes vacíos del universo.
«Uno siempre quiere encontrar consistencia, o bien hay un problema en algún lugar que necesita ser resuelto», concluye Barger. El estudio ha sido presentado en la Reunión Anual de la Sociedad Astronómica Estadounidense (AAS, por sus siglas en inglés).
Juan Scaliter