Aparentemente se trata de una bonita acuarela que muestra un pájaro muerto, yaciendo boca arriba y con una de sus patas levantadas. Pero no es solo eso. El dibujo fue encontrado junto a un montón de papeles cubiertos de excrementos de pingüino y otros 1.500 objetos en la cabina más antigua de la Antártica.

Lo que más llama la atención de los científicos es la autoría de la acuarela. Teniendo en cuenta que la base fue utilizada en 1911 por la expedición del capitán Robert Scott, se cree que el autor fue uno de los miembros del equipo: el científico británico Edward Wilson. Dado que la acuarela estaba protegida con otros papeles y no le daba la luz solar, ha sido encontrada en perfecto estado de conservación.

Según explica Josefin Bergmark-Jimenez, del Antarctic Heritage Trust de Nueva Zelanda (lNZ-HTA, organización encargada de restaurar cinco casetas utilizadas por los exploradores en la región del Mar de Ross) a la BBC, «abrí la carpeta y encontré esta maravillosa pintura. Me dio tanta impresión que la cerré inmediatamente. Después, la saqué de donde estaba y no podía dejar de mirarla: los colores, la intensidad, es una obra tan bella… no podía creerme lo que estaba viendo».

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Descubrir al autor de la acuarela no fue una tarea sencilla. Según sabemos, tenía una etiqueta con la fecha (1899), donde podía leerse Tree Creeper (que es el nombre del ave) y la letra T. Bergmark-Jimenez asegura que consiguió identificarlo tras asistir a una conferencia sobre Wilson, donde pudo contemplar otros dibujos del autor. «Ví su letra característica y supe que lo había pintado él». Y es que Edward Wilson no solo fue un médico y científico brillante, también fue un gran pintor.

De todas formas, aún queda la incógnita de cómo llegó este dibujo hasta uno de los lugares más inhóspitos del planeta. Los investigadores creen que el médico británico pintó este dibujo cuando estaba en Europa, recuperándose de tuberculosis. Según ha explicado Lizzie Meek, directora del programa de conservación del NZ-HTA, a la BBC: «puede que la llevase a la Antártica en alguna de las expediciones de Scott, pero lo más probable es que la acuarela viajase con él en 1911».

Rafael Mingorance