Nadie dijo que evitar el cambio climático y salvar al planeta sería fácil. Y, según un nuevo estudio publicado en IOP, será más complicado aún. Los responsables de la investigación, liderados por Seth Wynes, analizaron 39 artículos científicos revisados por pares en los que se calculaban las emisiones de carbono según el estilo de vida y su impacto en los países desarrollados.

Y los resultados van desde proponernos una vida más sana hasta enfrentarnos a nuestra reproducción. En lo que a nutrición respecta, el estudio encontró que, en promedio, comer una dieta basada en plantas ahorra alrededor de 0,8 toneladas de CO2 al año por persona. En cuanto a nuestras vacaciones o viajes laborables, cada vuelo transatlántico de ida y vuelta que evitamos ahorra 1,6 toneladas, mientras que prescindir de automóviles por un año evita la emisión de 2,4 toneladas. Para darnos una idea de lo que esto significa, si pretendemos alcanzar el objetivo de que la temperatura en nuestro planeta no aumente dos grados Celsius más,las emisiones per cápita de dióxido de carbono no deberían superar las 2,1 toneladas anuales para el año 2050.
Finalmente hay otra medida, probablemente la más drástica: no tener más hijos. Aclaración. Este apartado se basó en contabilizar el impacto de los futuros descendientes a las actuales tasas de emisión, lo que resultaba en que tener un niño menos ahorraría 58,6 toneladas al año. Estas son medidas personales, pero si los gobiernos y las empresas reducen lo que han prometido, el impacto de un niño adicional sería hasta 17 veces menor. También hay pequeños detalles que esta investigación no menciona. Por ejemplo, un estudio realizado por la Universidad Estatal de Oregón afirma que el impacto ambiental de un niño nacido en Estados Unidos, es 160 veces mayor que el de uno de Bangladesh.
«Reconocemos que estas son opciones profundamente personales – explica Kimberly Nicholas, coautora del estudio, en un comunicado –. Pero no podemos ignorar el efecto climático que realmente tiene nuestro estilo de vida. Personalmente, he encontrado realmente positivo hacer muchos de estos cambios. Es especialmente importante que los jóvenes que establecen patrones de por vida sean conscientes de cuáles son las opciones que tienen el mayor impacto. Esperamos que esta información despierte la discusión y capacite a los individuos”.

Un aspecto interesante del estudio es que las recomendaciones de los gobiernos y los libros de texto abogan por cambios pequeños y paulatinos como el reciclaje o el cambio a bolsas reutilizables. Pero según los resultados del equipo de Wynes, una dieta vegetariana ahorra unas 4 veces más emisiones de gases de efecto invernadero por año que reciclar. Evitar sólo un vuelo transatlántico ahorra 8 veces más y vivir sin coche ahorra 11 veces más. Mientras que cambiar de plástico a bolsas reutilizables es 99% menos eficaz que vivir sin carne durante un año.
«Hay muchos factores de la vida personal que influyen en el impacto climático – concluye Wynes –, pero estos estudios nos dan la confianza para identificar acciones que hacen una gran diferencia. Aquellos de nosotros que deseamos dar un paso adelante necesitamos saber cómo nuestras acciones pueden tener el mayor impacto posible. Esta investigación trata de ayudar a las personas a tomar decisiones más informadas”.

Juan Scaliter