Los tardígrados u osos de agua, animales que no sobrepasan el milímetro de longitud, son famosos por su increíble capacidad de soportar la ausencia total de agua y resucitar años más tarde. Una vez desecados, han sido congelados, expuestos a la radiación, enviados al espacio … y aún así vuelven a la vida.

Una de las últimas investigaciones centradas en ellos, sugirió que su ADN era una mezcla de animales, hongos y bacterias, un suerte de quimera única. Pero un nuevo estudio, publicado en PLOS Biology, parece demostrar que el ADN de estos animales parece “normal”. Claro que lo que es normal para los tardígardos, es en verdad extraordinario para el resto de los seres vivos.
El reciente estudio, liderado por Mark Blaxter ha secuenciado el genoma de dos especies de osos de agua. Gracias a ello, los científicos fueron capaces de explorar lo que el ADN podría decirles acerca del lugar de estos animales en el árbol de la vida animal. De acuerdo con los resultados, se trata de animales cuyos parientes más cercanos son artrópodos (insectos y arañas) y nematodos (gusanos), siendo estos últimos los “primos” más cercanos.

El equipo de Blaxter examinó también un conjunto de genes (conocidos como genes HOX, implicados en el desarrollo embrionario). Los animales tenemos cerca de diez tipos de genes HOX, cada uno vinculado al desarrollo adecuado de una parte de nuestro cuerpo. Si están mutados se producen graves alteraciones en el plan corporal, como ausencia de extremidades. Lo que los expertos descubrieron fue que a los tardígrados les faltaban cinco genes HOX, al igual que a la mayoría de los nematodos. Lo que puede ser una coincidencia o una evidencia adicional de que los tardígrados y losnematodos están estrechamente relacionados.

También fue posible identificar los genes que utilizan para resistir los efectos adversos de la deshidratación. Al descubrir qué genes se activaban durante este proceso, los científicos pudieron señalar un conjunto de proteínas que parecen reemplazar el agua que pierden las células, ayudando a preservar la estructura microscópica Otras proteínas parecen proteger el ADN de los tardígrados del daño, y serían las que explican por qué pueden sobrevivir a la radiación.
“Ha sido fascinante estudiar estos animales durante dos décadas – explica Blaxter en un comunicado –y finalmente descifrarsus genomas y comenzar a entenderlos. Pero esto es sólo el comienzo, a partir de ahora podemos descubrir cómo los tardígrados resisten condiciones extremas y tal vez usar sus proteínas en biotecnología y aplicaciones médicas”.

Juan Scaliter