En el pasado, el modo más habitual de analizar el consumo de drogas era simplemente preguntar a la gente acerca de sus hábitos. Sin embargo, las encuestas no eran fiables, ya que los voluntarios no siempre respondían con la verdad. Y no había modo de comprobar qué era cierto y qué no.

Las drogas, sean aquellas que se inhalan, inyectan o ingieren, casi siempre terminan, de algún modo, en el váter. Aprovechando esto, los expertos han analizado las aguas residuales para estudiar el uso de drogas en determinadas zonas. El único problema de esta técnica es que no tiene en cuenta la variación en el número de personas que se suman a las aguas residuales en un área determinada en un momento dado. Para salvar este obstáculo, un equpo de científicos, liderados por Kevin V. Thomas, ha descubierto un modo de conocer los desplazamientos de personas en una región: mediante el seguimiento de las señales de teléfonos móviles.
Mediante la recolección de datos anónimos de teléfonos celulares, los investigadores pudieron estimar mejor cuántas personas se encontraban en una zona de captación de aguas residuales en Oslo, Noruega, en determinadas fechas. Los resultados, publicados en Environmental Science & Technology, mostraron que el número de personas cambiaba dramáticamente. El estudio se llevó a cabo entre junio y julio de 2016, cuando mucha gente se iba de vacaciones. Incluso dentro de un período de 24 horas, la población podía cambiar en más del 40%. Teniendo en cuenta estas fluctuaciones, los investigadores descubrieron que el uso de fármacos se mantenía relativamente estable. Pero el uso de drogas ilícitas aumentó de junio a julio y que el uso de éxtasis (MDMA), se increcemtaba durante los fines de semana.

Los resultados, explican los autores en el estudio, sugieren que los móviles podrían ayudar a los funcionarios de salud pública y epidemiólogos a mejorar su comprensión de las tendencias del uso de drogas.

Juan Scaliter