Los lémures son, al igual que nosotros, primates. Pero son nuestros primos más raros. Son endémicos de la isla de Madagascar y tienen estrategias tan extrañas para ahuyentar a rivales a depredadores como lanzar una pasta que llevan en sus hombros. Algunas especies de lémures se vuelven inactivas o hibernan cuando los alimentos escasean, mientras otras comen todo el día y toda la noche para obtener suficientes nutrientes. Y esto es algo que les diferencia: su alimentación. Si la mayoría de los primates consumen una dieta rica en frutas, los lémures principalmente comen hojas.

Desde hace mucho tiempo, los científicos saben esto, pero no podían explicarlo. Las hipótesis iban desde la escasez de alimentos hasta los ciclones, frecuentes en Madagascar, y dificultaban a los lémures encontrar toda la fruta que necesitaban, por lo que recurrieron a las hojas. Sin embargo, un nuevo estudio, publicado en Scientific Reports, señala en otra dirección: en Madagascar la fruta tiene poca proteína.
«Los lémures son a partes iguales ridículamente geniales y totalmente extraños – explica en un comunicado, la autora principal del estudio, Abigail Derby Lewis –, ya que representan los extremos y lo extremadamente extraño en el mundo de los primates”.
Las proteínas, ya sean aquellas que se consuman a través de la carne o la fruta, son clave para la constitución y supervivencia de un organismo. A menudo llamados “los ladrillos de la vida”, son cadenas de químicos llamados aminoácidoscuya función se extiende desde la construcción de los músculos hasta el transporte de oxígeno.

En este estudio, el equipo de Lewis comparó la cantidad de proteína en las frutas de 62 sitios forestales en África, Asia y las Américas. Estas muestras fueron analizadas en busca de contenido nutricional. Los resultados mostraron una correlación entre la cantidad de nitrógeno en las frutas de una región determinada y el grado en que los animales, especialmente los primates, en esas regiones dependían de las frutas para obtener alimentos. En las Américas, donde la fruta tenía un alto contenido de nitrógeno, los animales comían más fruta que aquellos en las regiones más pobres en nitrógeno de África y Asia. Y, en este sentido, la fruta de Madagascar tenía el contenido de nitrógeno más bajo de todos.
Estos resultados llevaron a los científicos a creer que la cantidad de nitrógeno en la fruta de Madagascar era un condicionante en la evolución del comportamiento de los lémures. Como los lémures no podían obtener la proteína que necesitaban de la fruta, desarrollaron otras formas de sobrevivir: comer más hojas, hibernar para conservar energía y comer todo el día para obtener los nutrientes que necesitaban.
“Los lémures son el grupo de mamíferos más amenazado del planeta – concluye Lewis – y saber cómo y por qué evolucionaron en esta dirección, es crucial para ayudar a crear enfoques de conservación efectivos”.

Juan Scaliter