Para los expertos en biología, química y astrobiología, los orígenes de la vida han planteado numerosos enigmas. La hipótesis más aceptada es la de que una reacción química llamada fosforilación (la adición de un grupo fosfato a cualquier otra molécula) pudo haber sido crucial para el ensamblaje de tres ingredientes clave en las primeras formas de vida: cadenas cortas de nucleótidos para almacenar información genética, cadenas cortas de aminoácidos (péptidos) para hacer la trabajo principal de las células y los lípidos para formar estructuras encapsulantes, como las paredes celulares. Sin embargo, nadie ha encontrado había encontrado un agente fosforilante que estuviera plausiblemente presente en la Tierra primitiva y que hubiera sido capaz de producido estas tres clases de moléculas una al lado de la otra en las mismas condiciones realistas.
Ahora un grupo de expertos del Instituto de Investigación Scripps, liderados por Ramanarayanan Krishnamurthy, parece haber encontrado al responsable: diamidofosfato (DAP).
«Sugerimos una química de fosforilación que podría haber dado lugar, todos en el mismo lugar, a los oligonucleótidos, oligopéptidos y las estructuras similares a las células para encerrarlos a todos – explica Krishnamurthy en un comunicado –. Esto, a su vez, habría permitido otras químicas que antes no eran posibles, lo que condujo a las primeros organismos simples basados en células. Ha sido difícil imaginar cómo estos procesos muy diferentes podrían haberse combinado en el mismo lugar para producir las formas de vida primitivas. Me recuerda al hada madrina de Cenicienta, que agita una varita y todo lo simple se transforma en algo más complejo e interesante”.
El estudio se ha publicado en Nature Chemistry.
Juan Scaliter