A nivel mundial, más de 300 millones de personas sufren de trastorno depresivo mayor (MDD) depresión, una cifra similar a quienes padecen de trastorno de ansiedad social o SAD, por sus siglas en inglés (el más común de los desórdenes de ansiedad).

Ambas afecciones comparten algunos síntomas clínicos, lo que sugiere que pueden tener mecanismos cerebrales similares, sin embargo, pocos estudios han comparado directamente los efectos estructurales que el SAD y el MDD tienen en el cerebro.
En el marco de la Reunión Anual de la Sociedad Radiológica de América del Norte (RSNA) que se llevará a cabo la semana que viene, Youjin Zhao, de la Universidad de Sichuan en Chengdu, China, presentará un estudio en el que utilizan la resonancia magnética (MRI) para señalar un patrón común de anomalías estructurales en los cerebros de las personas con depresión y ansiedad social.

El equipo de Zhao comparó las imágenes de MRI de 37 pacientes con MDD, 24 pacientes con SAD y 41 individuos sanos, el grupo de control. Tanto los pacientes con MDD como con SAD mostraron diferencias en la materia gris en la red de relevancia del cerebro, una región que determinan qué estímulos merecen nuestra atención.
«Nuestros hallazgos proporcionan evidencia preliminar de cambios comunes y específicos de la sustancia gris en pacientes con MDD y SAD – señala Zhao –. Cuantos más estudios similares se realicen, con un mayor número de pacientes, mejor podremos valorar estos resultados”.

Básicamente, las diferencias entre pacientes con MDD y SAD y el grupo de control, se encontró en el engrosamiento o el adelgazamiento de la corteza cerebral. Por ejemplo, tanto los pacientes con MDD como con SAD, en relación con los controles sanos, mostraron un engrosamiento cortical en la corteza insular, una región del cerebro vital para la percepción y la autoconciencia.
En cuanto al adelgazamiento cortical, Zhao afirmó que otras investigaciones proporcionan evidencia convincente para apoyar la teoría de que la reducción del espesor de la capa cortical en algunas regiones del cerebro puede dar como resultado la disminución del grosor del lóbulo frontal, una gran parte del cerebro involucrada en variedad de funciones, incluidas las emociones.

Juan Scaliter